Análisis:A LA PARRILLA

Fenómeno

Todavía colea la entrevista que Concha García Campoy le hizo a Isabel Pantoja en Las mañanas de Cuatro. Ha sido desmenuzada y analizada, y este fin de semana, los programas que pudieron tener a la Pantoja en persona (¿Dónde estás, corazón?, por ejemplo) se han visto obligados a montar circos estridentes en los que presuntos portavoces de la cantante chillan y defienden conflictos más endogámicos que informativos. Lo que ocurrió en Cuatro es un fenómeno: un programa que presume de no caer en la trampa del cotilleo-espectáculo invita a una cantante que hace tiempo que ha decidido n...

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Todavía colea la entrevista que Concha García Campoy le hizo a Isabel Pantoja en Las mañanas de Cuatro. Ha sido desmenuzada y analizada, y este fin de semana, los programas que pudieron tener a la Pantoja en persona (¿Dónde estás, corazón?, por ejemplo) se han visto obligados a montar circos estridentes en los que presuntos portavoces de la cantante chillan y defienden conflictos más endogámicos que informativos. Lo que ocurrió en Cuatro es un fenómeno: un programa que presume de no caer en la trampa del cotilleo-espectáculo invita a una cantante que hace tiempo que ha decidido no hablar de su vida privada. Cabe deducir que la entrevista versará sobre temas artísticos, pero la charla deriva hacia la pública vida privada de una artista que, aunque no quiera hablar de su intimidad, mira a la cámara para mandarle un mensaje a su novio preso y pedirle, por favor, que se ponga bien y que coma. Entonces quedó claro que toda la entrevista tenía como única finalidad enviar un mensaje humano de una novia preocupada por la salud de su novio preso por televisión interpuesta. O sea: factor humano. La charla también sirvió para completar un perverso bucle de hipocresías que permite a los que presumimos de no ver esta clase de cosas devorar la charla de la periodista que tampoco hace este tipo de entrevista con una artista que no concede semejante clase de diálogos. ¿Se puede afirmar que todos hacen lo mismo? Sería injusto, pero quizá todos hacen lo mismo de un modo distinto para que espectadores iguales entre sí se sientan diferentes.

En el festival infantil de la canción Eurojunior 20006 (TVE), en cambio, sí asistimos a algunos cambios. Fernando Argenta y el muñeco de los lunnis Lucho actuaron de comentaristas y contribuyeron a la confusión de un sonido deficiente en el momento de presentar a los niños prodigio, y a veces monstruosos, de la Europa musical. Viendo cómo saltaban y brincaban sobre el escenario, cómo celebraban sus éxitos, más que a Europa parecían representar a un continente neurótico que deberíamos rebautizar como Neuropa.

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