Explosivo Espanyol

Algunas victorias valen por dos. La del Espanyol en el Amsterdam Arena, por ejemplo. El equipo de Valverde venía avisando hace algunas semanas. Ocho partidos llevaba sin perder. Pero necesitaba un triunfo resonante, que acabara de reafirmar sus posibilidades. Lo consiguió de una manera arrolladora, reduciendo a cenizas al Ajax, que confirmó la crisis por la que atraviesa.

Decidió el Espanyol con una excelente jugada de Moha resuelta por Pandiani, que culminó el juego del gato y el ratón que transcurrió en el primer tiempo, y con un remate de Coro que certificó el rosario de ocasiones qu...

Algunas victorias valen por dos. La del Espanyol en el Amsterdam Arena, por ejemplo. El equipo de Valverde venía avisando hace algunas semanas. Ocho partidos llevaba sin perder. Pero necesitaba un triunfo resonante, que acabara de reafirmar sus posibilidades. Lo consiguió de una manera arrolladora, reduciendo a cenizas al Ajax, que confirmó la crisis por la que atraviesa.

Decidió el Espanyol con una excelente jugada de Moha resuelta por Pandiani, que culminó el juego del gato y el ratón que transcurrió en el primer tiempo, y con un remate de Coro que certificó el rosario de ocasiones que tuvo su equipo cuando los dispositivos se abrieron y las acciones fueron más directas en la segunda parte.

El cuadro ajaccied posee un encanto particular y continúa captando adeptos porque todavía continúa produciendo jugadores estupendos como Sneijder o Huntelaar y se aprecia a mil leguas su deseo de honrar su glorioso pasado con un estilo que pasa por la posesión del cuero y el descarado propósito de actuar con dinamismo e imaginación. Pero este Ajax de Ten Cate no posee, ni de lejos, ni la clase, ni el empaque y menos aún la pegada de aquellos de Cruyff o Van Basten. Sea porque simplemente carece de esos atributos o bien porque atraviesa por una aguda crisis -ya sumaba dos derrotas y un empate en sus tres últimos partidos en la Liga holandesa-, el equipo de Amsterdam exhibió el dudoso mérito de pasarse una hora apretando al Espanyol sin anotar no ya un gol, sino la más mínima ocasión. Y como gato con guantes no caza ratones, el Espanyol se dejó hacer durante un rato hasta que apreció el momento oportuno para darle la puntilla. Valverde pertrechó a su equipo con dos medios centros de características defensivas, Moisés y Costa, en detrimento de Iván de la Peña, al tiempo que le dio cuerda al rugoso Moha por el carril izquierdo que habitualmente ocupa Riera.

El Espanyol achicó muchos balones pero nunca fue plenamente exigido. El Ajax se dormía en rondos con escasa verticalidad, echaba en falta un mayor peso en su juego por parte de Roger y Huntelaar y apenas dio algún aviso cuando Gabri recuperó un par de balones o puntualmente cuando Vertonghen endiñó un duro zapatazo desde fuera del área, a la desesperada, cegado ya por la imposibilidad de encontrar vías de penetración en la defensa del Espanyol, que sólo se asustó con un tiro de Grygera al palo en un barullo cuando el partido estaba resuelto. En cambio, el Ajax sufrió de la lindo para frenar la velocidad de Coro, el desmarque de Luis García y el empuje de Pandiani. El Espanyol salió inflado de un escenario que se preveía muy exigente y donde deparó lo mejor que se le ha visto en lo que va de temporada.