Una antigua ruta que los saharauis han recuperado para pedir asilo en Canarias

Hace meses que cientos de saharauis que aseguran huir de la represión de la policía marroquí han reabierto la ruta de las pateras entre el Sáhara Occidental y Canarias. Un centenar de barcas de madera y lanchas zodiac han alcanzado las playas de Fuerteventura, Lanzarote y Gran Canaria en los últimos meses. El ritmo de ese tráfico se ha ido incrementando progresivamente. De las 100 pateras que han llegado este año, 70 lo han hecho en los últimos tres meses y medio.

La mayoría de los que llegan en patera a las islas solicita asilo político. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR...

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Hace meses que cientos de saharauis que aseguran huir de la represión de la policía marroquí han reabierto la ruta de las pateras entre el Sáhara Occidental y Canarias. Un centenar de barcas de madera y lanchas zodiac han alcanzado las playas de Fuerteventura, Lanzarote y Gran Canaria en los últimos meses. El ritmo de ese tráfico se ha ido incrementando progresivamente. De las 100 pateras que han llegado este año, 70 lo han hecho en los últimos tres meses y medio.

La mayoría de los que llegan en patera a las islas solicita asilo político. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha registrado desde septiembre 70 de las 200 peticiones recibidas este año; la mitad de ellas, en los últimos 15 días.

La travesía de las pateras entre las costas del Sáhara Occidental, antigua colonia española ocupada por Marruecos hace tres décadas, y Canarias, permanecía cerrada desde que, hace dos años, Mohamed VI se comprometió con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a acabar con el tráfico de inmigrantes indocumentados en la zona. Desde este verano, las redes de traficantes del Sáhara se han reactivado. Ya no usan sólo pateras de madera, sino que disponen de lanchas zodiac e, incluso, de cayucos. La causa del éxodo hacia Canarias parece ser la cada vez más conflictiva situación en la antigua colonia española. Desde mayo de 2005, en las principales ciudades se suceden protestas para reivindicar la independencia del territorio, que todavía está pendiente de un referéndum de autodeterminación. Las fuerzas antidisturbios mantienen permanentemente rodeados los barrios de los nativos, y las detenciones, las denuncias de torturas y las invasiones de domicilios son habituales.

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