Reportaje:

El perfume del tocino

Manuel Vicent presenta en Valencia su repaso por sus platos favoritos en 'Comer y beber a mi manera'

Los olores y los sabores de la infancia suelen marcar toda la vida. Incluso una vida en la que se ha tenido la oportunidad de visitar numerosos países y conocer algunos restaurantes de los considerados más exquisitos. Pero el recuerdo perdura, como el sabor del aceite virgen de Artana vertido sobre rebanada de pan de hogaza, salpicada con sal y pimentón dulce. Manuel Vicent lo comía para merendar de niño y ahora lo rememora en Comer y beber a mi manera (Alfaguara).

"Hay alimentos primarios que te llevan a la esencia de la vida y de las cosas e incluso a veces te muestran el verda...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Los olores y los sabores de la infancia suelen marcar toda la vida. Incluso una vida en la que se ha tenido la oportunidad de visitar numerosos países y conocer algunos restaurantes de los considerados más exquisitos. Pero el recuerdo perdura, como el sabor del aceite virgen de Artana vertido sobre rebanada de pan de hogaza, salpicada con sal y pimentón dulce. Manuel Vicent lo comía para merendar de niño y ahora lo rememora en Comer y beber a mi manera (Alfaguara).

"Hay alimentos primarios que te llevan a la esencia de la vida y de las cosas e incluso a veces te muestran el verdadero rostro de Dios", apunta el escritor valenciano en esta curiosa obra que en su origen iba a ser un libro de cocina de gran formato y ha acabado siendo literatura ilustrada con dibujos de Alfredo Alcaín y con más de 15 recetas. Y todo en el formato convencional de una novela.

De modo que para Vicent el perfume del tocino y de las longanizas asadas al carbón le evoca la Sagrada Eucaristía y el milagro de los panes y los peces palidece frente a la imaginación sin límites de las madres de la posguerra que tenían que cocinar con nada. Ellas sí que fueron las auténticas precursoras de esa tendencia de alto copete y tan de moda que es la desestructuración de los platos, apuntó ayer el autor de Tranvía a la Malva-rosa en Valencia.

En comer y beber a mi manera se habla de bocadillos, del aperitivo estacional, de las ensaladas y verduras a la plancha, de los arroces, de si hay que comer postre o no, del misterio que esconden las salazones o de la potencia de la cebolla con queso Gruyère de un restaurante del parisino barrio de Les Halles.

Refiere también suculentas anécdotas como aquella en la que, sentados en la mesa en México José María Arzak, Gabriel García Márquez y el propio Vicent, éste observó cómo todo el mundo se despedía del gran cocinero que les había procurado un gran placer gustativo y nadie reparaba en la presencia del gran Premio Nobel.

Entremedias, el autor coloca algunas recetas que le han recitado amigos antes de cerrar el libro con el apéndice Once recetas pegadas a la vida, que incluye desde Cous-cous a la manera de un pied-noir, según Janine, mi vecina de Dénia a las Albóndigas de Nativel (Preciado).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En