Crítica:

Expreso directo al pop

Dentro de la estupenda serie de exposiciones, que, con el título de Contextos y el patrocinio de la Fundación Caja Madrid, el Museo Thyssen-Bornemisza nos plantea ahondar en el sentido de algunas de sus obras más representativas, nos llega ahora ésta centrada en Express (1963), del estadounidense Robert Rauschenberg (Port Arthur, Tejas, 1925), sin duda, uno de los artistas americanos vivos más importantes.

La muestra, que reúne 16 obras, ha sido comisariada por Barbara Rose, la cual ha centrado la selección en torno al uso de la innovadora técnica de la serigrafía fotográf...

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Dentro de la estupenda serie de exposiciones, que, con el título de Contextos y el patrocinio de la Fundación Caja Madrid, el Museo Thyssen-Bornemisza nos plantea ahondar en el sentido de algunas de sus obras más representativas, nos llega ahora ésta centrada en Express (1963), del estadounidense Robert Rauschenberg (Port Arthur, Tejas, 1925), sin duda, uno de los artistas americanos vivos más importantes.

La muestra, que reúne 16 obras, ha sido comisariada por Barbara Rose, la cual ha centrado la selección en torno al uso de la innovadora técnica de la serigrafía fotográfica entre 1958 y 1963, el momento en que se fraguó la excepcional obra Express. Se trata, así, pues, de un notable conjunto, porque cuenta con ocho de las piezas de la serie que, entre 1958 y 1960, dedicó Rauschenberg como ilustraciones de la Divina Comedia, procedentes de la colección del MOMA, de Nueva York, más otras siete, fechadas en los primeros años de 1960, donde se aprecia el creciente dominio y expansión de esta técnica serigráficopictórica.

ROBERT RAUSCHENBERG 'EXPRESS'

'Contextos de la colección permanente 20'

Museo Thyssen-Bornemisza

Paseo del Prado, 8. Madrid

Hasta el 17 de enero de 2007

Junto con Jaspers Johns, el papel desempeñado por Rauschenberg para restituir, no ya la imagen figurativa, sino habría que decir "la realidad" dentro del cuadro, abriendo con ello el paso al pop art, fue ciertamente crucial; pero lo esencial de la contribución de ambos fue que mantuvieron la tensión entre lo pictórico, interpretado según la instintiva explosión de energía del expresionismo abstracto, y la imagen mecanizada de la cultura popular de masas. En cierta manera, fusionaron el potencial legado del automatismo surrealista, que los expresionistas abstractos americanos fueron los primeros en saber interpretar operativamente, con el collage cubista, que, por su parte, orientó los pasos de los dadaístas históricos.

De todas formas, esta fusión no se limitó al mero inteligente sincretismo de dos de las perspectivas más fecundas e innovadoras de la vanguardia histórica, sino que las actualizó técnica y simbólicamente. Aun cuando las personalidades de Rauschenberg y Johns fueron y son respectivamente de un nítido perfil singular, su trayectoria resultó muy complementaria, objetivando el primero más la imagen, mientras el segundo lo hacía más con lo pictórico. Rauschenberg optó por el dinamismo, la sutileza y la elegancia; Johns, por la hermética densidad de lo profundo. Uno, en fin, más, si se quiere, sensible, y el otro, más conceptual.

Por lo demás, en lo que se

refiere a Rauschenberg y a su obra Express, sobre la que gira toda la presente exposición, no sólo hay que decir que ésta refleja el momento quizá más representativo de aquél, sino también, y por ello mismo, que sintetiza mejor sus cualidades creadoras, muy marcadas por ese entrecruzamiento de atmósferas, temperaturas y planos conceptuales, que, en esos primeros años de los sesenta, hizo su lenguaje más controlado y severo, ganando en eficacia lo que perdía en espectacularidad, algo seguramente decisivo como el peldaño imprescindible para llegar al pop.

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