Reportaje:Fútbol | Adiós a la vieja 'fábrica' de jugadores

Tres pirámides de botas

Durante los últimos 30 años, 10.000 chavales soñaron con ser estrellas mientras se entrenaban

Desde que se puso en funcionamiento, en la década de los 50, la cantera del Madrid ha gestado a algunos de los mejores futbolistas de Europa. Desde el primero, Aurelio Campa, hasta el último en jugar para el primer equipo, Miguel Torres, ha pasado medio siglo. Entre medias, el semillero ha producido 135 jugadores incorporados a la primera plantilla. La mayoría prolongó su carrera en la selección española con un total de 825 participaciones. Muchos se repartieron entre todos los clubes de la Liga. En la temporada pasada, por ejemplo, la Primera División estuvo poblada por 48 jugadores salidos d...

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Desde que se puso en funcionamiento, en la década de los 50, la cantera del Madrid ha gestado a algunos de los mejores futbolistas de Europa. Desde el primero, Aurelio Campa, hasta el último en jugar para el primer equipo, Miguel Torres, ha pasado medio siglo. Entre medias, el semillero ha producido 135 jugadores incorporados a la primera plantilla. La mayoría prolongó su carrera en la selección española con un total de 825 participaciones. Muchos se repartieron entre todos los clubes de la Liga. En la temporada pasada, por ejemplo, la Primera División estuvo poblada por 48 jugadores salidos de la fábrica blanca y la Segunda por 53. Durante los últimos tres decenios 10.000 chavales pasaron por la Ciudad Deportiva intentando jugar en el Madrid. Sin embargo, los recursos no han sido ilimitados. Hasta que Vicente del Bosque mandó construir más canchas, los 500 de las divisiones inferiores debieron apañarse con dos campos de tierra y uno de hierba y, en ocasiones, con problemas de iluminación.

"El vestuario tenía una sobriedad que no venía mal. Trabajábamos con carencias, pero servía"
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Cuando Steve McManaman llegó al club, en 1999, se sorprendió por la aparente precariedad de las instalaciones. Su primera impresión quedó definida con la palabra "mohoso". "¿Esto es el vestuario del Madrid?", se preguntó. "El del primer equipo", recuerda Del Bosque, "no estaba muy comunicado con el exterior. Tenía una sobriedad que no venía mal. A veces, hemos trabajado con carencias, pero ha servido".

A Míchel las carencias le valieron. Cuando se le pregunta por su mejor recuerdo, no duda: "Las tres pirámides de botas que nos armaban para repartírnoslas entre los jugadores. Tenía unos 13 años y los utileros se ponían detrás de unos mostradores de madera. Se suponía que cada pirámide tenía un número y nosotros íbamos y pedíamos: 'Dame un 41, un 42, un 43...'. Los utileros las cogían sin mirar atrás. Un día descubrimos que las botas estaban mezcladas y que las pirámides no significaban nada. Sencillamente, un día nos poníamos un 41, otro un 42 y otro un 43".

Míchel cree que la vieja Ciudad Deportiva entrañó valores esenciales. "El Madrid no se debe quedar sólo en la parte deportiva", matiza, "sino que tiene que atender una función educacional, un compromiso con la gente que viene de abajo". Esto repercute en la competición porque, razona, "antes de la galaxia, las mejores épocas del Madrid estuvieron relacionadas con la cantera".

El establecimiento de la galaxia, bajo la presidencia de Florentino Pérez, sirvió para recalificar los terrenos y venderlos por 500 millones de euros, saldar la deuda histórica y mirar obstinadamente al futuro.

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