Análisis:A LA PARRILLA

Presencia

House volvió a Cuatro entre un estrépito de artillería promocional que ha servido para justificar un festival publicitario sin precedentes, avalado por los excelentes resultados de audiencia. En el primer capítulo de esta nueva temporada, uno de los pacientes sufre una crisis de ausencia. Durante un momento se le cruzan los cables y luego regresa al mundo real con síntomas evidentes de haber vivido una experiencia más que traumática. Una vez en el hospital empieza la investigación médico-policial a la búsqueda de un linfoma que permita al doctor House desplegar su estilo sarcástico-lúci...

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House volvió a Cuatro entre un estrépito de artillería promocional que ha servido para justificar un festival publicitario sin precedentes, avalado por los excelentes resultados de audiencia. En el primer capítulo de esta nueva temporada, uno de los pacientes sufre una crisis de ausencia. Durante un momento se le cruzan los cables y luego regresa al mundo real con síntomas evidentes de haber vivido una experiencia más que traumática. Una vez en el hospital empieza la investigación médico-policial a la búsqueda de un linfoma que permita al doctor House desplegar su estilo sarcástico-lúcido-borde. Los diálogos entre médicos y pacientes no se parecen en nada a la comunicación real que se da en los hospitales, pero, en la ficción, derrochan un tipo de ingenio que, si uno consigue superar la agridulce primera impresión que causa el dichoso doctor, permite asistir a un espectáculo verbal inusual en televisión. Cuando, desde la cama, el paciente le dice: "Ya sabe qué es el amor", House le responde con una pregunta: "¿Un cierto alborozo en los calzoncillos?".

El perfil del protagonista, pues, sigue siendo el mismo, pero la diferencia entre la primera y la segunda temporada es que ahora la cadena que lo emite aprovecha el tirón para promocionarla con programas especiales redifundidos, elaborados vídeos y otras argucias para expandir y reforzar la expectativa. House no lleva bata blanca, y este hecho diferencial le acerca más al modelo de comisario descreído, una especie de Carvalho de la medicina, tan de vuelta de todo que se agarra al último clavo ardiente de diagnosticar como si buscara a un asesino, y que proporciona grandes momentos cuando pone en duda la ética del sistema y plantea dilemas de orden moral. El efecto sorpresa de los primeros capítulos ha desaparecido. Ahora ya lo sabemos todo del actor protagonista. Lo hemos visto hablar, opinar, reflexionar e incluso aceptar una guitarra que le regaló Cuatro. A House le ocurre lo contrario que a su paciente: sufre una crisis de presencia.

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