Una 'Giselle' perfecta inaugura la temporada del Liceo

Sutil, delicada, casi etérea resulta la versión de Mary Skeaping (1902-1984) del célebre ballet romántico Giselle con el que ayer por la tarde la compañía del English National Ballet inauguró la temporada del Liceo de Barcelona. Con precisión suiza los bailarines de la compañía fueron tejiendo con su perfección técnica y expresividad una red de emociones que estalló en un brillante y emocionante segundo acto. El edulcorado romanticismo que caracteriza este popular ballet queda atenuado en esta versión por la fluidez con que los intérpretes ejecutan la coreografía, que recupera, en parte...

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Sutil, delicada, casi etérea resulta la versión de Mary Skeaping (1902-1984) del célebre ballet romántico Giselle con el que ayer por la tarde la compañía del English National Ballet inauguró la temporada del Liceo de Barcelona. Con precisión suiza los bailarines de la compañía fueron tejiendo con su perfección técnica y expresividad una red de emociones que estalló en un brillante y emocionante segundo acto. El edulcorado romanticismo que caracteriza este popular ballet queda atenuado en esta versión por la fluidez con que los intérpretes ejecutan la coreografía, que recupera, en parte, la versión primigenia de Jean Coralli y Jules Perrot de 1841.

Escuchar música en directo durante una representación de ballet se ha convertido en un auténtico lujo; un lujo del que puede disfrutar el público del Liceo en este inicio de temporada con Giselle. La Orquesta de la Academia del Liceo, bajo la atenta batuta de Martin West, ofreció una aseada versión de la partitura de Adolphe Adam recuperada en parte por Skeaping, bailarina de la compañía de la mítica Pavlova, quien a lo largo de más de cuatro décadas trabajó en la recuperación de la música y la coreografía de este emblemático ballet del repertorio clásico.

La perfeccionista versión de Skeaping, siempre atenta al detalle, destila energía en el primer acto y sensibilidad, en el segundo, características que moldean la interpretación de los bailarines. En el primer acto, el baile es elegante, incluso los campesinos tienen un gesto noble. Perfecta la interpretación de Erina Takahashi y César Morales en el pas de deux de los campesinos. Su baile es dinámico y alegre.

Dulzura y pasión

La pareja de bailarines estonios Agnes Oaks y Thomas Edur, en los papeles protagonistas de Giselle y Albrecht, ofrecen una magnífica interpretación de sus personajes. Ella es una mujer dulce y apasionada en el primer acto, y, en el segundo, se muestra como un ser sobrenatural. Sus delicados brazos se quiebran como un suspiro, mientras que sus seguras puntas se deslizan de forma etérea en busca del perdón para su amado, atrapado en las redes de las letales willis, divinamente interpretadas por el cuerpo de baile del English National Ballet. Por su parte, Edur es un varonil y apuesto príncipe que ejecuta con precisión todas las dificultades de sus variaciones.

Comparada con la versión habitual que se programa, la propuesta de Giselle que Skeaping fijó en 1971 después de haber llevado a escena en seis ocasiones el ballet apuesta por el trabajo coral y por sublimar las escenas de amor. El público ovacionó esta emotiva versión, apta para todos los corazones, que estará en cartel en el Liceo hasta el 9 de septiembre con cuatro parejas de bailarines solistas alternándose en las ocho funciones programadas, entre las que cabe destacar, por la expectación despertada, la formada por la española Tamara Rojo y el cubano José Manuel Carreño, que bailarán los días 6 y 9 por la tarde.

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