El golf, ¿el nuevo timo?
Si un amigo le comenta que va a criar pingüinos en Soria lo tomaría por loco seguramente porque es algo contra natura; pero si un constructor le comenta que va a construir campos de golf en la desértica Almería se encontrará con el beneplácito de la Administración y de los alcaldes (o tenientes de alcalde, ya que los ediles últimamente suelen estar en la cárcel o en los juzgados).
Este verano pude comprobar que había promociones de viviendas con su campo de golf cerca de Mojácar: una mancha verde en medio del desierto, en medio de una zona que quemó todos sus árboles para hacer c...
Si un amigo le comenta que va a criar pingüinos en Soria lo tomaría por loco seguramente porque es algo contra natura; pero si un constructor le comenta que va a construir campos de golf en la desértica Almería se encontrará con el beneplácito de la Administración y de los alcaldes (o tenientes de alcalde, ya que los ediles últimamente suelen estar en la cárcel o en los juzgados).
Este verano pude comprobar que había promociones de viviendas con su campo de golf cerca de Mojácar: una mancha verde en medio del desierto, en medio de una zona que quemó todos sus árboles para hacer carbón (de ahí el nombre del pueblo cercano: Carboneras, donde ahora quemamos carbón importado), en medio de una tierra que ha recurrido a una desalinizadora para dar de beber a sus habitantes porque lo que salía por los grifos era agua salada -y sigue siendo en muchos pueblos-. Como si la experiencia no sirviese para nada, construimos campos de golf en vez de reforestar.
Mientras, en la prensa algunos avispados periodistas empiezan a sospechar que quizás una vez cerrado (o dejado cerrar) un campo de golf sea fácilmente recalificable como urbano. Yo le llamo el timo del golf.