VIAJES INVENTADOS

La señora Ana

Por fin es viernes y estoy en París. Desde hace unas semanas llevo un pequeño bigotito cuidadosamente recortado, que me da un toque de sofisticación. Es muy parecido al que tiene el modisto John Galliano. Una persona como yo, piensa que este detalle no es baladí. Que si John Galliano conoce a un tipo con bigotito y a otro sin él, le caerá mejor el del bigotito. La teoría la comprobaremos dentro de aproximadamente 30 minutos, que es lo que el taxista me ha dicho que tardaremos en llegar a la Rue des Capucines, donde el diseñador tiene su estudio.

Si tuvierais que elegir entre ayudar a un...

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Por fin es viernes y estoy en París. Desde hace unas semanas llevo un pequeño bigotito cuidadosamente recortado, que me da un toque de sofisticación. Es muy parecido al que tiene el modisto John Galliano. Una persona como yo, piensa que este detalle no es baladí. Que si John Galliano conoce a un tipo con bigotito y a otro sin él, le caerá mejor el del bigotito. La teoría la comprobaremos dentro de aproximadamente 30 minutos, que es lo que el taxista me ha dicho que tardaremos en llegar a la Rue des Capucines, donde el diseñador tiene su estudio.

Si tuvierais que elegir entre ayudar a un amigo con la mudanza o conocer a John Galliano y hablar con él de su próximo desfile, ¿qué elegiríais?

Ya hemos llegado.

11.05. Acabo de llamar a la puerta donde hay una discreta placa que pone Christian Dior. Nadie me contesta y vuelvo a llamar. Me abre un muchacho vestido de negro y un pelín amanerado que me hace un barrido visual. Me presento y le digo que tengo concertada una cita para entrevistar al señor Galliano. Me contesta que el señor Galliano no puede recibir a nadie, porque está cambiando de piel. Au revoir. Portazo. Sinceramente creo que nos han pulido, a mí y a mi bigotito.

11.07. Bajo la escalera contando los escalones. 153, 154 y 155, llego al portal y suena el móvil. Es EL PAÍS.

-¿Qué tal la entrevista con Galliano?

-Muy bien, pero ahora no puedo hablar, luego te llamo. Me giro y me encuentro a una mujer con dos bolsas del Carrefour que estaba poniendo la oreja. Doy un respingo.

Me pregunta si soy español y le digo que sí. Lo siguiente que me dice es: "Me puedes ayudar con las bolsas?". Mientras subimos las escaleras me cuenta que es andaluza, que se llama Ana, que le duelen las piernas y que su hijo no hace más que darle alegrías, pero que no se echa novia. Llegamos a la puerta, saca las llaves y abre. En la placa ponía Christian Dior. La señora Ana es la madre de John Galliano. Soy un tonto con suerte.

Entramos y veo al diseñador echado en un sillón, rodeado de maniquíes. Ahora comprendo: cambiar la piel igual a quedarse transpuesto.

-¿Que hace aquí? -dice el muchacho de negro y un pelín amanerado-. Usted tiene que irse, ¡ahora!

Hay muy pocos momentos en los que me pongo orgulloso, igual uno al mes.

-Primero ayudaré a la señora Ana con las bolsas y luego me marcharé. ¿Dónde se las dejo, señora Ana?

12.15. Llevamos más de 15 minutos de rifirrafe y hemos despertado a John Galliano. Lo primero que ha visto al abrir los ojos ha sido a un desconocido con dos bolsas del Carrefour, a uno de sus ayudantes gritando ¡Váyase o llamaremos a la policía! y a su madre.

-Juan Carlos Antonio, hijo, te presento a este chico que me ha ayudado con las bolsas.

¡Flipo! John Galliano se llama Juan Carlos Antonio. Se acerca, me mira y chasqueando los dedos dice.

-Tú tienes algo.

El chico de negro y un pelín amanerado se desmaya.

Jueves 6 de julio de 2006

19.25. John Galliano está presentando su nueva colección otoño invierno 2006-2007 para Christian Dior. Avanzo por la pasarela con un minishort rojo muy ponible, unos guantes magenta, unos leotardos a modo de bufanda y una chistera. Igual soy yo, pero me parece ver a Nati Abascal riéndose.

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