DESDE MI SILLÓN

La 'mamma'

Ya sé que estamos en el Tour, pero yo voy por libre y hablaré del Giro. Corría el del 98, mi primero como profesional. En uno de los primeros días, fui entrevistado por la RAI y me preguntaron por mi faceta de estudiante. Les interesaba saber cómo era posible compaginar estudios y ciclismo.

Días después formé parte de un grupetto que entró con el control cerrado: 70 abandonos de golpe, yo entre ellos. Al día siguiente, decidí ahogar mis penas paseando en bici por aquellas montañas. Iba por la carretera por la que un par de horas después pasaría la etapa cuando rompí el cuadro. Ca...

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Ya sé que estamos en el Tour, pero yo voy por libre y hablaré del Giro. Corría el del 98, mi primero como profesional. En uno de los primeros días, fui entrevistado por la RAI y me preguntaron por mi faceta de estudiante. Les interesaba saber cómo era posible compaginar estudios y ciclismo.

Días después formé parte de un grupetto que entró con el control cerrado: 70 abandonos de golpe, yo entre ellos. Al día siguiente, decidí ahogar mis penas paseando en bici por aquellas montañas. Iba por la carretera por la que un par de horas después pasaría la etapa cuando rompí el cuadro. Caminé hasta un pueblecito, entré a un bar y me dejaron utilizar un teléfono. Tú espera al borde de la carretera y, cuando pasemos por ahí, te recogeremos, me dijo mi director. Así que me senté en la acera y dejé pasar el tiempo. Al rato empezó el movimiento. Varios parroquianos se acercaron para iniciar conversación. Uno fue a buscar a alguien y volvió acompañado de una señora. Ella me reconoció: "Sí, yo sé quién es", dijo a los demás. "Saliste en la tele", me dijo. Todos asentían. Su reconocimiento rompió una barrera. Espera, me dijo el del bar, y volvió con refrescos: "Si quieres más, me pides".

La señora tomo la palabra. Su hijo era ciclista, juvenil, y estaba en la selección italiana. Ella me había oído en la tele. "Mi niño no quiere estudiar. Sólo le gusta la bici. No me hace caso, pero si te viese a ti... Mira -me enseñó una foto-, se llama Manuel. Me vas a firmar la foto y se la voy a enseñar para que aprenda", me decía. El corro se hacía más grande. Todos la escuchaban con atención y volvían la cabeza para mirarme asintiendo. De vez en cuando, alguno me felicitaba. Un periodista pasó por allí. Vio el grupo y decidió curiosear. Se infiltró y pasó a ser uno de los oyentes.

La carrera llegó, los corredores pasaron y les animamos, y el coche de mi director apareció. La señora me dio un abrazo emocionada, yo me despedí, y el periodista se identificó.

Años después, en una carrera, se me acercó un joven italiano. "Hola, Horrillo", me dijo; "¿te acuerdas de una señora que una vez...?". "¡Claro!" "Pues era mi madre. Siempre me pregunta por ti. Aún tiene tu autógrafo en mi foto y guarda como una joya el artículo del periódico al día siguiente.

Ayer, en el Tour, Manuel estaba en la fuga buena. En la de Voight, el ganador. En la de Pereiro, el nuevo líder. Yo, sin embargo, le apoyaba mientras me acordaba con cariño de la mamma de Quinziato.

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