Crítica:

Lucidez y vehemencia

Pepe Espaliú (Córdoba, 1955-1993) emergió en la escena artística hacia el ecuador de la década de 1980 junto a otros artistas andaluces coetáneos, al amparo de la galería sevillana La Máquina Española, promovida por el entonces también joven marchante Pepe Cobo, el mismo que, veinte años después, exhibe su obra en Madrid. Entre aquel singular grupo, que rápidamente llamó la atención internacional, Espaliú no sólo se percató pronto de que los bravos aires pictóricos que entonces estaban de moda y que dieron, entre nosotros, un más que cumplido fruto, dejaban de satisfacer sus personales ansias ...

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Pepe Espaliú (Córdoba, 1955-1993) emergió en la escena artística hacia el ecuador de la década de 1980 junto a otros artistas andaluces coetáneos, al amparo de la galería sevillana La Máquina Española, promovida por el entonces también joven marchante Pepe Cobo, el mismo que, veinte años después, exhibe su obra en Madrid. Entre aquel singular grupo, que rápidamente llamó la atención internacional, Espaliú no sólo se percató pronto de que los bravos aires pictóricos que entonces estaban de moda y que dieron, entre nosotros, un más que cumplido fruto, dejaban de satisfacer sus personales ansias artísticas, sino que, al hilo de su trágica biografía personal -murió prematuramente sin concluir la treintena-, halló fuerzas para dar un sesgo más intenso y hondo a su trayectoria.

PEPE ESPALIÚ

'Dibujos (1986-1993)'

Galería Pepe Cobo

Fortuna, 39. Madrid

Hasta el 30 de julio

Temprano o tarde, es lo que les ocurre a los mejores artistas, que saben convertir su personal contingencia en una causa general. Hago esta remembranza, quizá sabida por muchos, a doce años de su muerte, porque el paso del tiempo y sus coyunturas no ha restado fuerza a su obra y porque me parece muy estimulante que sea esta interesante exhibición de sus dibujos, realizados entre 1986 y 1993, el remate final de esta temporada en la galería de Pepe Cobo.

Artista dotado con un apasionado nervio vital y, sin embargo, reflexivo, Pepe Espaliú utilizó el dibujo como crónica y como crítica; esto es: como testimonio y pensamiento. Esta doble dimensión narrativo-conceptual de su dibujo, no sólo se avenía muy bien a esta antiquísima disciplina, sino que resultó ser la mejor forma de acotar los problemas que abordaba el arte de fines del siglo pasado y la actualidad. Ciertamente Espaliú usó el dibujo de forma precisa y acerada, que cuadraba con su personal elegancia, pero también como una manera de distanciarse y pensar lo que (le) estaba pasando, sabiendo que el arte retiene lo que pasa de verdad en la existencia.

Vemos ahora retrospecti-

vamente esta antología de sus dibujos en el momento crucial de su vida creadora y nos percatamos quizá mejor de sus muy raras cualidades. No hay nada que sobre en ellos, pero, además, apreciamos cómo se cargan de lucidez y vehemencia, alcanzando, a partir de 1988, un pálpito estremecedor, en especial, los últimos que realizó. Esto nos persuade de que nuestra congoja por su pérdida no empañó nuestro discernimiento, sino que era, en efecto, un artista memorable, como ahora mismo sigue a la vista.

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