Reportaje:Alemania 2006 | Inglaterra-Portugal

El 'método Scolari'

El técnico de Portugal, ante su tercer partido contra Inglaterra, motiva a sus jugadores con mensajes que les mete por debajo de la puerta

La primera vez pudo ser intrigante. Los jugadores portugueses vieron filtrarse unos papelitos por debajo de las puertas de sus habitaciones. No eran declaraciones de amor, sino mensajes motivadores de su técnico, Luiz Felipe Scolari. "No aprenderíamos a andar si no fuera a base de errores y aciertos", ponía una nota. "La disposición para los cambios en nuestros días es cuestión de supervivencia", decía otra. Según el momento del equipo y las circunstancias, el brasileño enviaba a los suyos esos mensajes recogidos en el libro Volando como un águila, de João Roberto Gretz, un agricultor q...

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La primera vez pudo ser intrigante. Los jugadores portugueses vieron filtrarse unos papelitos por debajo de las puertas de sus habitaciones. No eran declaraciones de amor, sino mensajes motivadores de su técnico, Luiz Felipe Scolari. "No aprenderíamos a andar si no fuera a base de errores y aciertos", ponía una nota. "La disposición para los cambios en nuestros días es cuestión de supervivencia", decía otra. Según el momento del equipo y las circunstancias, el brasileño enviaba a los suyos esos mensajes recogidos en el libro Volando como un águila, de João Roberto Gretz, un agricultor que se marchó a São Paulo a estudiar historia y a escribir tratados de autoayuda. Scolari se identifica con los orígenes campesinos, ya que él mismo procede del Estado de Río Grande do Sul, donde nació Ronaldinho.

El brasileño se lleva a cada Mundial un libro de cabecera del que extrae sus notas animosas
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Felipão, de 57 años, toma mate con sus colaboradores después de cenar. Charla relajadamente con ellos sobre la jornada. Luego, sube a su cuarto y sigue leyendo su libro de cabecera en este Mundial: Volando como un águila. El factor emocional como principio básico para sacar el máximo rendimiento de sus jugadores. Así ganó el pasado al frente de Brasil. Entonces recuperó anímicamente a Rivaldo, que llegó hecho una ruina y se marchó como un héroe. Así espera superar hoy a Inglaterra y alcanzar las semifinales por segunda vez en la historia de Portugal, tras la fabulosa selección de Eusebio en Inglaterra 66.

Los lusos están completamente entregados a la causa. Con Figo a la cabeza. "Si se va Scolari, retrocederemos 20 pasos", dice ahora el extremo del Inter. Antes, sin embargo, le había declarado su enemistad: primero, por convocar al brasileño de origen Deco para la Eurocopa de Portugal 2004, y después, por haberle sustituido a él, la gran estrella, en el partido de los cuartos de final, ante Inglaterra, a falta de 15 minutos y con todo por decidir. Figo abandonó el campo enfurecido antes de acabarse el encuentro, pero Scolari le disculpó: "Se ha ido a rezar". Meses después, Felipão viajó a Madrid y persuadió a su capitán para que postergara su retirada internacional hasta después de Alemania 2006.

Entre las siete victorias de Brasil, hace cuatro años, y las cuatro recientes de Portugal, Scolari suma once consecutivas en la Copa del Mundo. En 2002 eligió otro libro en el que inspirarse: El arte de la guerra, un texto de hace 25 siglos en el que Sun Tzu, un general confucionista del reino Wu, explica cómo una victoria depende más de los aspectos morales e intelectuales de los oficiales y de las circunstancias de la batalla que del poderío de los ejércitos. Acudía con él bajo el brazo a los entrenamientos y leía párrafos a su gente con solemnidad. También pedía a su familia que le enviara frases motivadoras de la revista Reader's Digest. O enseñaba a sus muchachos imágenes de Ayrton Senna, el mítico piloto brasileño de fórmula 1 fallecido en un accidente en 1994 o del baloncestista Michael Jordan. Asimismo, les mostraba vídeos de las derrotas y el sufrimiento que generaban entre los aficionados.

Campeón de la Copa Libertadores con el Gremio de Porto Alegre (1995) y con el Palmeiras (1999), Scolari se mueve con habilidad en competiciones cortas. Ha escogido además su víctima preferida: Inglaterra, a la que ya ha derrotado dos veces. Una, con Brasil, en 2002, y otra, con Portugal en 2004. No es extraño, pues, que recibiera recientemente una oferta para ser el próximo seleccionador inglés, una vez se supo que el sueco Sven-Goran Eriksson no iba a continuar. Al brasileño, devoto de las vírgenes de Caravaggio y de Fátima, le asustó que los tabloides británicos se apostasen junto a su casa dispuestos a todo. Y rechazó la propuesta a la mañana siguiente.

El lado oscuro de Felipão pasa por su disculpa del régimen de Pinochet ("trajo la estabilidad a Chile") y su rechazo de la homosexualidad ("si encuentro uno en mi equipo, lo echo"). Exalta los valores patrióticos y canta el himno luso con tanto entusiasmo como sus jugadores. Se ha ganado los sobrenombres de Sargentão o Disciplinador y, años atrás, le apodaron Camião (Camión), por su época de central matraca en equipos de segunda fila. Su personalidad ha sido decisiva para transformar un Portugal tradicionalmente bonito, pero blando, en un equipo preparado para la batalla. Hubo una muy dura en los octavos, ante Holanda, con dos expulsados que no podrán jugar contra Inglaterra (Deco y Costinha) y un lesionado que hoy se verá si se ha recuperado a tiempo (Cristiano Ronaldo), víctima de una terrible patada del central neerlandés Boulahrouz.

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