Necrológica:

Jacques Lanzmann, escritor y pintor

Escribió canciones para Jacques Dutronc

Novelista, pintor, letrista, minero, contrabandista, crítico, resistente, periodista, viajero,...Jacques Lanzmann ha tenido una vida bien repleta. Fallecido el pasado miércoles en París, Lanzmann era un pelirrojo simpático, elegante y buen orador a pesar de su ligero tartamudeo.

Hijo de un decorador y una anticuaria, judío, conoció la guerra desde 1942, a los 15 años, cuando se incorporó a la Resistencia francesa. Si su hermano Claude fue secretario de Sartre, cineasta y director de la revista Les Temps modernes, Jacques fue minero en Chile, contrabandista en Paraguay director de...

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Novelista, pintor, letrista, minero, contrabandista, crítico, resistente, periodista, viajero,...Jacques Lanzmann ha tenido una vida bien repleta. Fallecido el pasado miércoles en París, Lanzmann era un pelirrojo simpático, elegante y buen orador a pesar de su ligero tartamudeo.

Hijo de un decorador y una anticuaria, judío, conoció la guerra desde 1942, a los 15 años, cuando se incorporó a la Resistencia francesa. Si su hermano Claude fue secretario de Sartre, cineasta y director de la revista Les Temps modernes, Jacques fue minero en Chile, contrabandista en Paraguay director de la revista Lui, el equivalente francés elegante e intelectual de Play-boy.

Nacido en 1927, Jacques Lanzmann se hace famoso gracias a su novela Le rat d'Amerique, adaptada al cine, en la que cuenta sus andanzas aventureras en Suramérica.

En total publicó más de 50 libros, novelas o libros de memorias o viajes, pero su popularidad le viene de la canción, de los textos que imagina para Jacques Dutronc, muy adaptados al espiritu de la época, con un punto de cinismo o ironía, en los que habla de la revolución cultural china al tiempo que de "y yo, y yo, y yo". O de un París matutino en el que coinciden los basureros que van al trabajo, los travestidos que se afeitan, los amantes que se separan y las panaderías que encienden las luces.

Lanzmann decía de él mismo que "había sido el mejor pintor de su generación", es decir, de la llamada "abstracción lírica", pero eso no le impidió cambiar de registro, según él porque entró "en la Resistencia porque tenía 16 años y no quería morir sin haber hecho el amor" y, sobre todo, porque quería ver mundo. Las geografías de Nepal, la Siberia, de diversos países del África negra, México o Vietnam le tuvieron como visitante atento, que las recorrió a pie antes de transformarlas en textos literarios.

Los últimos años de su vida los había dedicado a reconciliarse con la tradición judía y a interesarse por la cultura de sus progenitores: Imagine la terre promise (2000) o N'oublie jamais qui nous sommes (1999) eran los libros que había publicado últimamente dedicados a esa reflexión de su relación con lo que es una herencia colectiva.

Padre de siete hijos, casado en cuatro oportunidades, ha evocado su vida privada tormentosa en Une vie de famille (2006).

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