Necrológica:

Viacheslav Klíkov, escultor ruso

Nacionalista y ortodoxo, fue autor de numerosos monumentos

El conocido escultor ruso Viacheslav Klíkov murió la semana pasada, a los 66 años de edad, en su casa en Moscú, después de una larga enfermedad. Su fama Klíkov la debe principalmente a los numerosos monumentos que ha dejado, pero no sólo a ellos, sino también a su actividad política. Nacionalista y ortodoxo convencido, fue miembro del movimiento extremista Pámiat, de la Asamblea Popular Rusa, presidente del Movimiento Conciliar Ruso, director de la revista Derzhava (Estado), miembro del consejo de redacción de la revista conservadora Nash Sovreménnik (Nuestro Contemporáneo) y del...

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El conocido escultor ruso Viacheslav Klíkov murió la semana pasada, a los 66 años de edad, en su casa en Moscú, después de una larga enfermedad. Su fama Klíkov la debe principalmente a los numerosos monumentos que ha dejado, pero no sólo a ellos, sino también a su actividad política. Nacionalista y ortodoxo convencido, fue miembro del movimiento extremista Pámiat, de la Asamblea Popular Rusa, presidente del Movimiento Conciliar Ruso, director de la revista Derzhava (Estado), miembro del consejo de redacción de la revista conservadora Nash Sovreménnik (Nuestro Contemporáneo) y del periódico Russki Véstnik (Boletín Ruso) y presidente de la Fundación de Escritura y Cultura Eslavas.

Nacido en octubre de 1939 en una aldea de la provincia de Kursk, pudo abandonar el campo gracias al deshielo y a las reformas de la época de Nikita Jruschov e ingresar en el Instituto Súrikov de Bellas Artes de Moscú. Comenzó su carrera en el estilo severo de los años sesenta, pero luego pasó a uno carnavalesco y poético para terminar con el triunfo de lo que en Rusia se ha llamado "estilo nacionalista-romántico".

Sus primeros grandes éxitos fueron el grupo escultórico que adorna el Teatro Musical Infantil Central y el dios Mercurio en el Centro Internacional de Comercio en Moscú. A partir de los años ochenta se dedicó a levantar estatuas a personajes de la cultura rusa en provincias: a los poetas Konstantín Bátiushkov en Vólogda y Nikolái Rubtsov en Totma; al primer premio Nobel de Literatura ruso, Iván Bunin, en Oriol; al narrador y cineasta Vasili Shukshín en Altái, a san Sergio en Rodónezh.

La fama hace que los encargos se multipliquen en los años noventa, y Klíkov los acepta todos, en desmedro de la calidad. A esta última época pertenecen el monumento al mariscal Gueorgui Zhúkov, junto a la plaza Roja (sus críticos hacen notar la desproporción entre el militar y su caballo), a Pedro el Grande en Lípetsk, a Alejandro del Nevá en Kursk, a Nicolás II (que hizo noticia en 1997, al año siguiente de ser levantado en la aldea Tainínskoye, en los alrededores de Moscú, cuando fue dinamitado por extremistas de izquierda).

Entre sus últimas obras figuran el monumento erigido en 2004 en Irkutsk al almirante Aléxandr Kolchak, líder del movimiento blanco que combatió a los bolcheviques y al Ejército Rojo en Siberia, y el dedicado en 2005 al príncipe ruso Sviatoslav, que provocó un gran escándalo. En la composición escultórica, el caballo del príncipe se dispone a aplastar a un combatiente del kaganato de Jazar, cuyo escudo tiene la estrella de David (sus dirigentes, poco antes de que fuera conquistado, adoptaron el judaísmo). Después de las numerosas protestas de las organizaciones judías, el gobernador de Bélgorod pidió a Klíkov que quitara la estrella de David, pero éste se negó categóricamente, por lo que el monumento no adorna hoy el centro de Bélgorod.

Klíkov fue galardonado en la época soviética con el Premio Estatal de la URSS (1978) y el Premio Estatal Repin de Rusia (1987).

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