Reportaje:Tenis | Roland Garros

'¡Puedo ganar a Nadal!'

Ivan Ljubicic, marcado por la guerra de los Balcanes, cree saber cómo acabar con la racha del jugador español

"¡Más fuerte, más ajustado!", le decía Ricardo Piatti, su entrenador, en una de las pistas de entrenamiento. Ivan Ljubicic lo pegaba todo. Las bolas que el técnico le lanzaba botaban alto, como las que recibirá de Rafael Nadal esta tarde. Pero el entrenamiento consistía en eso: tirar golpes ganadores con control desde una posición poco habitual. En eso y en restar a un jugador que sacaba con la izquierda. Y lo hacía bien. Jugar completamente al ataque, sin dar ritmo al partido es la única posibilidad que tiene este croata de 27 años para superar al mallorquín y entrar en la que sería su primer...

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"¡Más fuerte, más ajustado!", le decía Ricardo Piatti, su entrenador, en una de las pistas de entrenamiento. Ivan Ljubicic lo pegaba todo. Las bolas que el técnico le lanzaba botaban alto, como las que recibirá de Rafael Nadal esta tarde. Pero el entrenamiento consistía en eso: tirar golpes ganadores con control desde una posición poco habitual. En eso y en restar a un jugador que sacaba con la izquierda. Y lo hacía bien. Jugar completamente al ataque, sin dar ritmo al partido es la única posibilidad que tiene este croata de 27 años para superar al mallorquín y entrar en la que sería su primera final del grand slam. La jornada se iniciará a las 13.00 horas con el partido Roger Federer-David Nalbandian, y, después el de Nadal y Ljubicic.

"No voy a hacer como Federer en Roma. Si me da una oportunidad, la cogeré", dice el croata
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"¡Puedo ganarle!", afirma Ljubicic. "No voy a hacer como Federer en Roma. Si me da una oportunidad, la cogeré". Es cierto que ha explotado tarde. En ello ha tenido que ver su preparador físico español Salva Sosa, que había trabajado antes con Sergi Bruguera y con Àlex Corretja. "Lo que le ha aportado Sosa es la fuerza y la resistencia física suficientes para que pueda acabar los torneos en perfectas condiciones", explica Piatti. "Antes, Ivan lograba buenas victorias contra los mejores, pero cuando llegaba a semifinales perdía. 'La pista estaba muy lenta', me decía. Y yo le respondía: 'tú eras lento'. Eso ya no le ocurre. Puede perder porque su rival sea mejor, pero no por cuestiones físicas".

El partido es importante para él. Hasta ahora no había superado unos cuartos de final en el grand slam. "Ha dado un salto notable. Es mucho más regular y nuestro objetivo en los grandes torneos es estar como mínimo en cuartos de final. Por algo es el cuarto jugador mundial, eso no es ningún regalo", dice Piatti. "Ha madurado. Se conoce muy bien a sí mismo y sabe el valor que tiene y lo que puede hacer. Es probable que esa fuerza interior provenga de lo mal que lo pasó con la guerra de los Balcanes".

En 1992, con 13 años, Ljubicic, su madre, Hacira, y su hermano Vlado cogieron el último avión que salía de Banja Luka y viajaron a Belgrado. Tras 15 horas de espera, comenzaron un periplo de casi dos días en un autocar destartalado que les llevó de Belgrado a Croacia, pasando por Hungría, Austria y Eslovenia. "Si perdemos aquel avión igual nos cuesta la vida, porque los serbios habían sitiado la ciudad. Cuando llegamos a Croacia no dejaron pasar el autobús porque tenía matrícula serbia. Tuvimos que cruzar andando la frontera", comenta Ljubicic.

Fueron acogidos en un campo de refugiados. Y al cabo de un tiempo, la federación de Croacia le envió, junto a un grupo de jugadores, a Italia, a Turín, para evitarle los desastres de la guerra y permitirle mejorar su tenis. "Disponía de 50 dólares mensuales para comprarme lo indispensable", confiesa Ljubicic. "Pero lo peor era que durante seis meses no supe nada de mi padre. Llegué a pensar que había muerto. Pero un día me llamó. Y semanas después nos encontramos en Croacia", relató.

En Italia conoció a Piatti y en 1997 comenzaron a viajar juntos. Entonces no figuraba ni en la lista de clasificados. Ahora es el número 4 del mundo, ha ganado una Copa Davis, cinco títulos del circuito, una medalla de bronce olímpica en dobles y se casó el pasado mes de noviembre. "No creció de un modo normal, pero ahora tiene estabilidad emocional. Está en su mejor momento. Y puede ganar porque el que estoy viendo no es el mejor Nadal", concluye Piatti. Sin embargo, el mallorquín persigue su 59ª victoria frente a Ljubicic.

Nadal, en Roland Garros, con la bandera española y un balón.EFE

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