Golpe de realismo a los mercados

Las Bolsas frenan su crecimiento ante la amenaza de la inflación y la subida de los tipos

El pasado miércoles, las Bolsas de todo el mundo se vinieron abajo tras conocerse que, en abril, la cifra de inflación subyacente -que no tienen en cuenta los alimentos y la energía- en Estados Unidos fue superior a lo que se esperaba. Horas antes, el Banco Central Europeo (BCE) también anunciaba un dato de inflación subyacente superior a lo previsto.

Los inversores lo interpretaron como un indicio de que harán falta más subidas de tipos de interés de las que se anticipaban, y la respuesta en los mercados de renta variable no se hizo esperar. En Europa, las principales plazas cayeron en...

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El pasado miércoles, las Bolsas de todo el mundo se vinieron abajo tras conocerse que, en abril, la cifra de inflación subyacente -que no tienen en cuenta los alimentos y la energía- en Estados Unidos fue superior a lo que se esperaba. Horas antes, el Banco Central Europeo (BCE) también anunciaba un dato de inflación subyacente superior a lo previsto.

Los inversores lo interpretaron como un indicio de que harán falta más subidas de tipos de interés de las que se anticipaban, y la respuesta en los mercados de renta variable no se hizo esperar. En Europa, las principales plazas cayeron en la jornada alrededor de un 3%. En Nueva York, el índice Dow Jones cerró el día con una caída del 1,88%, mientras que el Nasdaq perdió un 1,5% y acabó con las ganancias que venía registrando desde principios de año. La semana pasada, el Ibex 35 cedió un 3,75%, el mayor descenso semanal desde los atentados del 11-M en Madrid, hasta situarse al cierre del viernes en 11.270,8 puntos.

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Pero lo cierto es que la inquietud en los mercados ya estaba instalada desde antes. Concretamente, desde que el pasado 10 de mayo la Reserva Federal subiera el precio del dinero en EE UU 0,25 puntos porcentuales, hasta colocarlo en el 5%. Ese movimiento se esperaba. Lo que causó alarma fue el comunicado emitido por la entidad que preside Ben Bernanke, según el cual sólo se tomará un respiro en las subidas si los datos económicos -léase la inflación- lo permiten.

Los mercados emergentes también contuvieron la respiración la semana pasada. Una subida de tipos en Estados Unidos tiene inmediatas consecuencias para ellos porque la prima de riesgo que asignan los inversores siempre se calcula sobre la base de los tipos en EE UU.

¿Se trata de un punto de inflexión en la tendencia alcista que ha impulsado las Bolsas de todo el mundo desde que comenzó el año? ¿Hay que pensar que los altos precios del petróleo se están trasladando al resto de la economía?

La respuesta de los expertos es unánime: los mercados no se encaminan a un crash bursátil, sino que afrontan "una corrección" tras unas subidas quizá demasiado optimistas. "Que nadie piense que estamos en una situación parecida a la de 2000, cuando estalló la burbuja", señala Pedro Mirete, director de Estrategia y Análisis de Ahorro Corporación. Entonces, explica, el mercado presentaba un PER (parámetro que mide el número de veces que la cotización supera los beneficios empresariales y que, si supera un cierto nivel, da idea de la sobrevaloración de un valor o un mercado) de 30 veces, cuando ahora está entre 13 y 14 veces.

En otras palabras, los mercados han empezado a tomar conciencia de una realidad económica (tipos de interés al alza, precio del petróleo caro, depreciación del dólar frente al euro y el yen) a la que quizá hayan permanecido algo ajenos, demasiado confiados para lo que aconsejan las circunstancias. "Hay razones para pensar que la percepción del riesgo ha aumentado", señala José Luis Martínez, estratega en España de Citigroup.

Lo cierto es que los inversores han empezado a asumir que la inflación puede llegar a ser un problema. "En un mundo cada vez más globalizado, los bajos costes de producción de los países asiáticos, con China como principal exponente, hacían alejar los temores a la subida de los precios. La deflación exportada por China a medio mundo suponía un alivio para todos", dice Daniel Mateos, analista de Deutsche Bank. Pero parece difícil pensar que la economía puede ser totalmente indemne a un barril de petróleo que se ha encarecido un 17% en lo que va de año, para colocarse en el entorno de los 70 dólares por barril.

Tampoco se debe perder de vista la evolución de los mercados de divisas. La fuerte depreciación que ha registrado el dólar en el último mes con respecto a la mayoría de moneda, entre ellas el euro y el yen, explica que las Bolsas europeas y japonesa hayan acusado las caídas bursátiles más que Wall Street. La razón es que los sectores exportadores se verán perjudicados por la apreciación de esas monedas, lo que, en última instancia, podría trasladarse a las cuentas de resultados de las empresas europeas y niponas. Desde enero, el billete verde ha perdido un 10% respecto al euro y la libra esterlina, y un 7% frente al yen. Respecto al dólar canadiense, el dólar se encuentra en su nivel más bajo desde los setenta y también ha cedido en relación con la mayoría de las divisas asiáticas.

Si bien es cierto que hay razones para la cautela, no lo es menos que no se trata de un cambio brusco de escenario. "El mercado estaba algo recalentado y cada cierto tiempo se da una corrección técnica", dice David Burns, director general de Schroders en España. "Pero ya se sabía que el dólar se iba a debilitar, nos estábamos acostumbrando a un petróleo a 70 dólares y la inflación en EE UU sólo se ha desviado una décima en abril respecto a lo esperado", puntualiza.

En este contexto, todas las miradas se dirigen hacia la próxima decisión sobre tipos que tomará la Reserva Federal el 29 de junio. Mientras tanto, los inversores seguirán con atención los indicadores económicos, con el fin de identificar signos que puedan animar o no al banco central estadounidense a encarecer más o menos el precio del dinero. Los últimos conocidos no permiten sacar conclusiones. El índice de indicadores adelantados que elabora el instituto de investigación económica Conference Board -que trata de anticipar la evolución de la economía en los seis a doce meses siguientes- cayó en abril, lo que se interpreta como un síntoma de cierta desaceleración económica. Ello amortiguaría en cierta medida la necesidad de unas subidas de tipos agresivas.

¿Hasta dónde pueden caer las Bolsas? Según los expertos, las próximas semanas estarán marcadas por una cierta inestabilidad y es posible que no se superen los niveles ya alcanzados. Pasada esta minitempestad, volverá la calma a los mercados, pero ya no el exceso de confianza de los primeros meses del año.