Reportaje:

El cumpleaños feliz de un festival en auge

La Fira del Circ de Catalunya Trapezi ha concluido con éxito y muchas propuestas su décima edición

Ya hace tiempo que el circo ha dejado de ser únicamente un conjunto de números más o menos arriesgados, más o menos divertidos. La Fira del Circ de Catalunya Trapezi ha sido testigo y cómplice de su evolución, del enorme potencial de una disciplina a menudo olvidada que se ha ido alimentando de sus hermanos mayores (teatro, danza, música) y que, por aquello de tener que espabilarse sola, ha desarrollado la imaginación hasta tal punto que por ahora no se vislumbran sus límites.

Durante el pasado fin de semana Reus ha sido un año más, y con éste ya van 10, el escaparate de todo tipo de mo...

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Ya hace tiempo que el circo ha dejado de ser únicamente un conjunto de números más o menos arriesgados, más o menos divertidos. La Fira del Circ de Catalunya Trapezi ha sido testigo y cómplice de su evolución, del enorme potencial de una disciplina a menudo olvidada que se ha ido alimentando de sus hermanos mayores (teatro, danza, música) y que, por aquello de tener que espabilarse sola, ha desarrollado la imaginación hasta tal punto que por ahora no se vislumbran sus límites.

Durante el pasado fin de semana Reus ha sido un año más, y con éste ya van 10, el escaparate de todo tipo de montajes circenses: tradicionales, innovadores, sorprendentes, turbadores, espectáculos de calle o de sala, de todos los formatos, que han dejado al espectador que se ha dejado llevar por las numerosas propuestas del festival con la sensación de necesitar un tiempo para digerir todo lo visto y experimentado.

Reus ha acogido sorprendentes espectáculos en todos los formatos posibles

El Circo Maccheroni, de la histórica familia italiana Togni, sigue funcionando y provocando carcajadas a grandes y pequeños con los números de de toda la vida en una preciosa carpa al aire libre que parece sacada de uno de esos libros infantiles desplegables.

Une case provisoire, otro de los espectáculos presentados, es un inquietante montaje que sitúa a la treintena de espectadores que acoge la pequeña carpa cilíndrica de los franceses Petit Théâtre Baraque de Branlo et Nigloo justo por encima de sus intérpretes, entre los que destacan una veintena de ratas amaestradas -como suena- capaces de dar estremecedores saltos y desafiantes equilibrios.

El no menos inquietante recorrido de la compañía francesa Des Femmes à Barbe por la frontera entre lo humano y lo inhumano traslada al espectador en Antiquithon hasta el corazón de un fantasmagórico castillo de Transilvania de la mano de dos peculiares hermanos cuyo abuelo, taxidermista, se dedicaba a cruzar animales, como el conejo y la araña, por ejemplo, y allí vemos al híbrido, moviendo sus patitas.

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El elegante, sobrio e innovador Odotustila de los finlandeses Ville Walo y Kalle Hakkarainen es un espectáculo de malabares que se sirve de proyecciones videográficas y que cautiva al espectador por la belleza y precisión de un complejo ejercicio de sincronización lleno de poesía.

El también poético Cirque Trottola viene a ser como una cajita de música de la que surgen personajes con los que ya no tratamos desde que dejamos de ser niños, y allí está Pinocho (una joven frágil como un muñequito de madera) haciendo equilibrios sobre un enorme Gepetto, o bien nos parece ver a un tipo con tres cabezas, y es que está haciendo increíbles malabares con tres sombreros.

Por último, el dúo O Último Momento reúne al acróbata portugués João y al músico francés Guillaume en un espectacular ejercicio sobre mástil titulado Peut-être, acrobacias de un virtuosismo y una complejidad disfrazados de levedad aparente fuera de lo común.

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