"Coge tus cosas, que te vas a Marruecos"

Sentado en un banco en una plaza de Tánger, K., de 16 años, oye las voces procedentes de la mezquita que llaman a la oración. "Aquí no estoy bien. Tengo que regresar a España", se lamenta. Pese a haber pasado en Madrid sólo 12 meses, K. narra su historia en un perfecto castellano.

"Hace un año fui al puerto de Tánger y me metí debajo de un camión. Iba sentado sobre un tubo, en una postura bastante incómoda; echado hacia atrás y con las piernas estiradas. Cuando llegué a Algeciras me fui a la mezquita y allí conseguí dinero para ir a Madrid".

Tras varios días en la calle, la polic...

Sentado en un banco en una plaza de Tánger, K., de 16 años, oye las voces procedentes de la mezquita que llaman a la oración. "Aquí no estoy bien. Tengo que regresar a España", se lamenta. Pese a haber pasado en Madrid sólo 12 meses, K. narra su historia en un perfecto castellano.

"Hace un año fui al puerto de Tánger y me metí debajo de un camión. Iba sentado sobre un tubo, en una postura bastante incómoda; echado hacia atrás y con las piernas estiradas. Cuando llegué a Algeciras me fui a la mezquita y allí conseguí dinero para ir a Madrid".

Tras varios días en la calle, la policía lo encontró y lo llevó al centro de primera acogida del distrito de Hortaleza. Luego, pasó por varios centros más y empezó a integrarse. Asistía a un taller para aprender a ser camarero y empezaba a hacer amigos.

"Me daban un uniforme con una chaqueta blanca y 30 euros a la semana. Hablaba con mi familia y estaba contento. Un día me enfrenté con un educador. Había fumado mucho. No nos pegamos, pero me mandaron a una pensión en Sol, yo solo. Un día quedé con mi educador para comprar ropa por la mañana, a las seis. Pensé que era él, pero me esperaban cuatro policías que me dijeron: 'Coge tus cosas, que te vas a Marruecos".

"Me llevaron directamente al aeropuerto y a las doce ya estaba cogiendo el avión. La poli se portó bien, pero en el aeropuerto me perdieron la bolsa más grande de mi equipaje, con todas mis cosas".

Relata que todos sus amigos marroquíes en España tenían miedo. "Yo sabía, cuando me enviaron a la pensión, que me podían pillar antes porque estaba allí solo y no tenía a nadie que me ayudara. La policía llega de noche y no puedes hacer nada".