Reportaje:MÚSICA

Tomás San Miguel y la txalaparta feliz

A veces tardamos en descubrir lo que más cerca tenemos. El compositor y pianista Tomás San Miguel, vitoriano de pro, había cumplido ya 31 años la primera vez que escuchó el repiqueteo de una txalaparta. Sucedió en el caserío de Lezao, a unos 30 kilómetros de Vitoria, en casa de su hermano el escultor Paco San Miguel. Una tarde de 1984 coincidieron allí Tomás y los txalapartaris Perdi y Rubén, que actuaban por toda Euskadi bajo el nombre de Gerla Beti. Cuando el pianista sintió el retumbar de las maquilas (mazas) sobre aquellos tablones de roble, comprendió, estremecido, que aquel ritmo ...

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A veces tardamos en descubrir lo que más cerca tenemos. El compositor y pianista Tomás San Miguel, vitoriano de pro, había cumplido ya 31 años la primera vez que escuchó el repiqueteo de una txalaparta. Sucedió en el caserío de Lezao, a unos 30 kilómetros de Vitoria, en casa de su hermano el escultor Paco San Miguel. Una tarde de 1984 coincidieron allí Tomás y los txalapartaris Perdi y Rubén, que actuaban por toda Euskadi bajo el nombre de Gerla Beti. Cuando el pianista sintió el retumbar de las maquilas (mazas) sobre aquellos tablones de roble, comprendió, estremecido, que aquel ritmo primitivo pasaría a formar parte de su universo musical.

El primer disco de Tomás San Miguel con Txalaparta, Lezao (1994), despachó más de 20.000 ejemplares y supuso uno de los mayores hitos de las nuevas músicas en la Península. La segunda parte, Ten (1996), tuvo mucha menos repercusión. Ahora, una década después, San Miguel se ha animado a cerrar la trilogía con Dan-Txa (MusiMagic/Galileo MC) y, casi contra pronóstico, el hechizo ha vuelto a prender. El álbum ocupa los primeros puestos de la Lista Europea de Ritmos Étnicos y asombró durante dos noches en el reciente Midem de Cannes.

"La txalaparta es como un caballo salvaje, con la pareja de txalapartaris en calidad de domadores. Yo soy un músico académico que se ha dejado asilvestrar por la llamada de la tribu. Se trata de un proceso de adaptación recíproca", explica un San Miguel pletórico, a sus 52 años. "Dan-Txa es el fruto de unos años de felicidad y renovación. Mi carrera ha estado marcada por los altibajos y las frustraciones. Ahora me toca sentirme realizado. Éste es mi disco más desenfadado y marchoso, el más desinhibido y, acaso por todo ello, el que le está gustando a casi todo el mundo".

El rejuvenecimiento afecta a los otros partícipes del proyecto. Perdi y Rubén han dejado paso a Maika y Sara (Ttukunak), dos gemelas vitorianas de 26 años. Y el propio San Miguel ha arrinconado esta vez el académico piano en favor del mucho más festivo acordeón. Junto a él y las jóvenes txalapartaris, el equipo de Dan-Txa se completa con el alemán Marlon Klein, del grupo Dissidenten, a cargo de las percusiones electrónicas. "He pretendido crear una especie de yin yang de la percusión, yo me sitúo en el medio con mi acordeón y, la verdad, me siento la mar de cómodo", resume.

Marlon Klein (izquierda), Tomás San Miguel, Maika y Sara.

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