Cartas al director

Zamora exige... pero poco

El viernes pasado hubo una manifestación en Zamora de la que, a nivel estatal, no se hicieron eco la prensa ni la televisión.

La verdad es que el grueso de los manifestantes no superó las 10.000 personas pero, aunque hubieran sido más, mucho nos tememos que la noticia seguiría restringiéndose al ámbito local o poco más.

Para muchos españoles, Zamora no es un territorio fácilmente localizable en los mapas y puede calificarse, llanamente, como ignorado por la mayoría. Casi nadie sabe, por ejemplo, que la capital aspira sin éxito a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por concen...

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El viernes pasado hubo una manifestación en Zamora de la que, a nivel estatal, no se hicieron eco la prensa ni la televisión.

La verdad es que el grueso de los manifestantes no superó las 10.000 personas pero, aunque hubieran sido más, mucho nos tememos que la noticia seguiría restringiéndose al ámbito local o poco más.

Para muchos españoles, Zamora no es un territorio fácilmente localizable en los mapas y puede calificarse, llanamente, como ignorado por la mayoría. Casi nadie sabe, por ejemplo, que la capital aspira sin éxito a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por concentrar en su enorme casco antiguo el mayor número de iglesias románicas del mundo y también por sus procesiones de Semana Santa, las más antiguas y antropológicamente ricas.

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Asimismo, sin éxito, pretendió con tan corta manifestación exigir a los políticos -de izquierda en el Gobierno estatal y de derecha en el autonómico- que la tengan más en cuenta. Porque su densidad de población es equiparable a la de los más reputados desiertos del mundo y su economía a la de los países en vías de desarrollo, sus infraestructuras se van quedando más obsoletas cada día -realmente, nunca fueron una maravilla- y la población joven continúa emigrando.

En resumen, el caso de Zamora, en principio equiparable a los de Soria o Teruel, resulta aún más sangrante porque en otros tiempos históricos el territorio zamorano era de los más prósperos de España y porque sus expectativas de futuro actuales resultan más pesimistas aún que las de esas provincias menos favorecidas: incluso la afluencia turística a sus destinos estrella -monumentales y naturales- ha descendido en los últimos meses.

Por todas estas razones, no estaría de más que los poderes públicos que estén en condiciones de hacerlo -incluido, sobre todo el cuarto, el de las comunicaciones- se acordaran esporádicamente de esta provincia que puede terminar convirtiéndose en el ejemplo más flagrante de desequilibrio territorial de toda la Unión Europea, incluidos los nuevos miembros.

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