Cartas al director

Robles Piquer y Yugoslavia

Quiero pensar que, en la carta al director que firma Carlos Robles Piquer y que lleva por título Las obsesiones del señor Ramoneda, no quedan reflejadas las opiniones del Partido Popular en lo que respecta al proceso de desintegración de Yugoslavia. Acogiéndose a una versión muy común en la derecha española, Robles Piquer afirma que la desintegración en cuestión la iniciaron, en 1991, Eslovenia y Croacia.

Semejante manera de describir los hechos ignora por completo la condición de la política avalada por las autoridades serbias entre 1987 y 1991, plasmada en un programado esfuerz...

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Quiero pensar que, en la carta al director que firma Carlos Robles Piquer y que lleva por título Las obsesiones del señor Ramoneda, no quedan reflejadas las opiniones del Partido Popular en lo que respecta al proceso de desintegración de Yugoslavia. Acogiéndose a una versión muy común en la derecha española, Robles Piquer afirma que la desintegración en cuestión la iniciaron, en 1991, Eslovenia y Croacia.

Semejante manera de describir los hechos ignora por completo la condición de la política avalada por las autoridades serbias entre 1987 y 1991, plasmada en un programado esfuerzo de dinamitado del Estado federal yugoslavo. De él dan cuenta la creación, ilegal y anticonstitucional, de "regiones autónomas serbias" en Croacia y en Bosnia; la abolición, de nuevo ilegal y anticonstitucional, de la condición autónoma de la Vojvodina y de Kosovo; la manipulación de la representación de estas dos últimas provincias en provecho de la obtención de una mayoría de bloqueo en la presidencia colectiva; la negativa a permitir que el representante de Croacia accediese -era su turno- a la presidencia federal, y, en general, el premeditado despliegue de mensajes demonizatorios de otros grupos étnicos en los medios de comunicación.

Las declaraciones de independencia de Eslovenia y de Croacia, afortunadas o no, parece que no surgieron, en otras palabras, de la nada. Fueron contestadas, por añadidura, con un uso ostensible de la fuerza que deja en mal papel a quien -las autoridades serbias, de nuevo- de él fue responsable.

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Alguien más malicioso que yo concluiría que todo lo anterior, que a buen seguro es conocido del señor Robles Piquer, configura a sus ojos un puñado de cuestiones menores, de tal suerte que estaría justificado, por qué no, que entre nosotros se asumiesen medidas de corte similar. Las cosas como van, intuyo que no faltan, con todo, en el Partido Popular quienes acarician tales horizontes.

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