Reconciliación de los contrarios

Seguidor de Unamuno, Barandiaran, Oteiza o Caro Baroja, Andrés Ortiz-Osés tiene claro que el componente matriarcal de la comunidad vasca, combinado con el fuerte catolicismo y la consideración de Euskal Herria como matria, frente a la patria española, están en el origen de la violencia etarra. "Esa ligazón que ya había con la madre Tierra es terrismo, que rápidamente se convierte en terrorismo en una hiperafirmación de lo propio frente a lo ajeno, considerándose los hijos únicos de la matria", resume.

Cuando habla de la política española, no se muerde la lengua. "La...

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Seguidor de Unamuno, Barandiaran, Oteiza o Caro Baroja, Andrés Ortiz-Osés tiene claro que el componente matriarcal de la comunidad vasca, combinado con el fuerte catolicismo y la consideración de Euskal Herria como matria, frente a la patria española, están en el origen de la violencia etarra. "Esa ligazón que ya había con la madre Tierra es terrismo, que rápidamente se convierte en terrorismo en una hiperafirmación de lo propio frente a lo ajeno, considerándose los hijos únicos de la matria", resume.

Cuando habla de la política española, no se muerde la lengua. "La religiosidad intensa que ha vivido el país se ha trasladado a la política. Es fanática, dogmática, integrista. Por eso aquí la ideología es una cosa de locura. Hay que secularizar la política, con una razón débil, abierta, amable, como diría mi amigo Gianni Vattimo. Ahí se encontrarían el logos y el mito. Necesitamos la pasión y la razón. Hay que reconciliar los contrarios", reflexiona el coordinador de La interpretación del mundo (Editorial Anthropos), en el que participan, entre otros, además del citado Vattimo, Raimon Panikkar, Eugenio Trías o Félix Duque.

Ortiz-Osés es un amante de los juegos de palabras, de los neologismos. Su literatura es excéntrica, como le definen sus editores de Alemania, país donde está muy bien considerado. Y él corresponde: "Nuestro referente es Centroeuropa y Escandinavia. Allí no hay matrialismo, sino feminismo. No se da importancia a la mujer como madre, sino a la mujer como tal. Y además no tienen el dogmatismo católico, sino el protestantismo liberal, al que nos tenemos que abrir los católicos en nuestro atraso tremendo. Ahora, el racionalismo nórdico tiene su aspecto negativo: la frialdad".

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