Opinión

MIRADOR

Orden del Kremlin. No ha causado sorpresa el informe del Parlamento italiano que señala a los dirigentes soviéticos como sospechosos de haber dado la orden en 1981 de asesinar al papa Juan Pablo II. Es lógico que el Kremlin y sus servicios secretos militares, para borrar huellas, utilizaran la pista búlgara, y probable que el autor del atentado de aquel 13 de mayo, el turco Alí Agca, no estuviera al tanto de toda la trama. Ante un régimen polaco que empezaba a tambalearse por el empuje del sindicado Solidaridad, un Papa polaco resultaba incómodo a Moscú. El gran misterio que Juan Pablo ...

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Orden del Kremlin. No ha causado sorpresa el informe del Parlamento italiano que señala a los dirigentes soviéticos como sospechosos de haber dado la orden en 1981 de asesinar al papa Juan Pablo II. Es lógico que el Kremlin y sus servicios secretos militares, para borrar huellas, utilizaran la pista búlgara, y probable que el autor del atentado de aquel 13 de mayo, el turco Alí Agca, no estuviera al tanto de toda la trama. Ante un régimen polaco que empezaba a tambalearse por el empuje del sindicado Solidaridad, un Papa polaco resultaba incómodo a Moscú. El gran misterio que Juan Pablo II se llevó a la tumba es el de su conversación con Agca en la cárcel en diciembre de 1983. Quizá éste acabe contándolo algún día, aunque sea para cobrar unos sustanciosos derechos de autor.

Gallardón y Aznar. Los asistentes a la Convención del PP, que se inició ayer en Madrid, fueron sometidos a una ducha escocesa: Alberto Ruiz-Gallardón llamó a responder a los "excesos de la izquierda" con un "mensaje moderado que devuelva la tranquilidad a los ciudadanos". A continuación, el ex presidente José María Aznar puso las advertencias apocalípticas, entre las que no podía faltar el peligro de balcanización de España, que ya es marca de la casa. Aznar se atribuyó los grandes éxitos de la economía española, como si no hubiera existido Pedro Solbes ni antes ni después de sus ocho prósperos años. Sonó sincero y convencido en todo cuanto dijo, menos al principio, cuando aseguró con todo el aplomo que en las últimas elecciones, hace casi dos años "supimos perder". Confirmó así el aforismo clásico referido a los perdedores: los dioses les condenan a la ceguera.

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