Reportaje:

Buscarse la vida en la escena rockera

Dos conductores, un sociólogo y dos músicos actúan bajo el nombre de Tangana

Un conductor de la EMT, otro de camiones, un sociólogo y dos músicos, unidos por el ritmo. Es la historia de uno más entre las decenas de grupos de rock no profesionales que actúan en los locales de Madrid. "Para ensayar, tenemos que esperar a que el Chacal libre". Lo dice Ernesto L. Viñuales, voz, guitarra y compositor de los temas principales de Tangana.

El Chacal es el bajista del grupo, que para ganarse la vida trabaja de cuatro de la tarde a doce de la noche como conductor de uno de los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Para ellos, como para muchos otros músic...

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Un conductor de la EMT, otro de camiones, un sociólogo y dos músicos, unidos por el ritmo. Es la historia de uno más entre las decenas de grupos de rock no profesionales que actúan en los locales de Madrid. "Para ensayar, tenemos que esperar a que el Chacal libre". Lo dice Ernesto L. Viñuales, voz, guitarra y compositor de los temas principales de Tangana.

El Chacal es el bajista del grupo, que para ganarse la vida trabaja de cuatro de la tarde a doce de la noche como conductor de uno de los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Para ellos, como para muchos otros músicos de corazón que pululan por los garitos de la capital, por un lado está de dónde sale el dinero para pagar el alquiler, y por otro, lo verdaderamente interesante, el rock.

Por ejemplo, Viñuales, orensano de 39 años, trabaja en una fundación cultural y estudió para sociólogo. Uno o dos días por semana, se encierra con sus colegas en el local de ensayo cuatro horas. Lo que les sale recuerda a otros rockeros urbanos, "Alarma, Manolo Tena", admite. "Se me ve el plumero bastante", dice, "a veces me dicen que sonamos a Sabina, M-Clan, Rosendo o Héroes del Silencio".

Este toque a lo mejor demasiado rockero se encarga de filtrarlo el teclista Felipe Milano, malagueño nacido en Girona hace 31 años, que estudió Biología y ahora se dedica a poner armonía a motivos cinematográficos. "Trabajo en casa haciendo música para cortometrajes, mirando los fotogramas", cuenta Milano, que admite que nunca se ha dedicado a ser biólogo. "Lo mío es la música. Monté un grupo en Málaga, Ático B, y luego, ya en Madrid, me dediqué a estudiar armonía", comenta su evolución. "Cuando toco con el grupo me dejo llevar más por el instinto que cuando hago música en casa, se trata de disfrutarlo".

Viñuales reconoce que vivir en Madrid ha sido clave para montar el grupo. "Aquí conoces mucha gente, te ponen en contacto con otras personas, son casualidades que se dan en la gran ciudad". Así, gracias a una amiga de una amiga, conoció hace unos cuatro años a Quique Ampuero, madrileño de Carabanchel de 35 años que se gana la vida conduciendo un camión y en Tangana es guitarrista.

Por otra casualidad dio con El Chacal, Juan Sánchez, "de 47 para 22" años, también madrileño, que ensaya cuando suelta el autobús. "Nos hemos ganado el cariño de su mujer", lamenta Viñuales. A Milano se lo presentó otro amigo que sabía de sus intereses comunes. Y el recién llegado es el batería, Isma Ferreras, cántabro "de Bilbao" de 29 años, que vino a Madrid a estudiar percusión y quedó con Viñuales por recomendación de un amigo de Ourense.

Lo que más disfrutan, las actuaciones en directo. "Sonamos potentes", describe Viñuales. "Hacer que se lo pase bien la gente, ése es nuestro fuerte", apunta Milano. "No hacemos nada nuevo", admite el teclista, "pero nos creemos lo que hacemos, nuestros temas han salido de los higadillos y, claro, el público capta que hay frescura, y trabajo duro, y muchas horas de local".

Tangana. 22 de febrero, a las 21.30, en Gruta 77. www.tanganarock.com.

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