Crítica:

Oscuras presencias

En el año 1969 el artista de origen griego Yannis Kounellis (El Pireo, 1936) realizó una exposición en Roma, en la galería l'Attico, en la que se exhibían una docena de caballos vivos. De esta manera llevaba al extremo el postulado vanguardista de servirse de cualquier tipo de material para realizar arte, rechazando los llamados "nobles". Dos años antes, ya había sido seleccionado por el crítico Germano Celant para participar en la exposición en que se presentó el denominado arte povera (arte pobre), en alusión al empleo de materiales efímeros o de desecho. Efectivamente, por aquella ép...

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En el año 1969 el artista de origen griego Yannis Kounellis (El Pireo, 1936) realizó una exposición en Roma, en la galería l'Attico, en la que se exhibían una docena de caballos vivos. De esta manera llevaba al extremo el postulado vanguardista de servirse de cualquier tipo de material para realizar arte, rechazando los llamados "nobles". Dos años antes, ya había sido seleccionado por el crítico Germano Celant para participar en la exposición en que se presentó el denominado arte povera (arte pobre), en alusión al empleo de materiales efímeros o de desecho. Efectivamente, por aquella época Kounellis trabajaba con telas de saco que plegaba y recosía o con sacos que llevaba de café, lentejas o carbón, materias siempre oscuras y que ensucian las manos. Este tipo de actuaciones convirtieron a Kounellis en un artista de referencia y en un mito, lo que le obliga a estar presente en los más importantes acontecimientos del arte europeo, donde suele participar con grandes y polémicas instalaciones que se caracterizan por su potente presencia física y su fuerza expresiva.

YANNIS KOUNELLIS

Galería Nieves Fernández

Monte Esquinza, 25. Madrid

Hasta el 8 de abril

Ciertamente, son miles los artistas que desde aquellos años han recurrido a todo tipo de materias sucias, densas, untuosas, desechables, pringosas, flácidas, volubles, pesadas, inestables, pútridas, etcétera, recorriendo todo el extenso arco de posibilidades, con el fin de llamar la atención o de caracterizar su trabajo, pero son realmente escasos aquellos que, como Kounellis, han conseguido que su obra sea reconocida por su materialidad, siempre oscura y potente. Planchones de tenebroso acero laminado y carbón serán, tal vez, los materiales más característicos de su obra, aquellos que hacen de hilo conductor de su trabajo, pero junto a ellos aparecen ropas oscuras, brea, grandes piedras, pelo, animales vivos y el fuego, que deja rastros de humo en las paredes y el techo. Detrás de estos materiales hay una dialéctica de la energía, una especie de mitología de las fuerzas oscuras que se materializan con una cierta brutalidad.

En las obras que ahora se ex-

hiben en Madrid se pueden apreciar estas características, por ejemplo, sobre una especie de mural de negro acero, en el que se intuye la fuerza ígnea que lo ha convertido en cuatro chapones, envuelto en una manta parda, aparece una chapa metálica enrollada que ha sido brutalmente desgarrada con una herramienta que, por las huellas que ha dejado, puede ser un hacha; o bien, en otra obra, unos perfiles laminados aparecen envueltos con abrigos oscuros y éstos atados toscamente con alambre. En éstas y en el resto de las obras que aquí se pueden ver no hay que buscar metáforas ni alegorías directas, por más que Kounellis sea un heredero de la cultura mediterránea, sino que la materialidad se impone con su contundente presencia. En ellas se puede reconocer un abrigo o un somier, un hacha o una máquina de coser, pero esos elementos no están en la obra para aportar significados o representando una idea, están ahí porque ofrecen una potente presencia, porque se imponen con su materialidad al espectador.

'Sin título' (1998), de Kounellis.

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