Crítica:ROCK | Sorkun

Voz, gusto, nervio y talento

Joven aunque ya veterana vocalista, merced a su pertenencia al grupo Kashbad y su labor como apoyo vocal de Fermín Muguruza, Sorkun presentaba en Madrid las canciones del segundo disco de su proyecto en solitario, un álbum llamado Duna, en el que la solista se mueve en parámetros sonoros que oscilan alrededor del grupo Morphine.

La sorpresa sobrevino cuando, casi al segundo acorde, quedó patente que lo que en estudio es misterio sonoro a volumen razonable, en vivo se transforma en una inclemente muralla de sonido que no siempre juega a favor de la voz.

Sorkun es una cantan...

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Joven aunque ya veterana vocalista, merced a su pertenencia al grupo Kashbad y su labor como apoyo vocal de Fermín Muguruza, Sorkun presentaba en Madrid las canciones del segundo disco de su proyecto en solitario, un álbum llamado Duna, en el que la solista se mueve en parámetros sonoros que oscilan alrededor del grupo Morphine.

La sorpresa sobrevino cuando, casi al segundo acorde, quedó patente que lo que en estudio es misterio sonoro a volumen razonable, en vivo se transforma en una inclemente muralla de sonido que no siempre juega a favor de la voz.

Sorkun es una cantante con voz, gusto, nervio y talento para matizar en tonos sutiles. En cambio, al lado de una tralla de guitarra, bajo y saxo -los tres a un volumen y un plano que sugerían tres guitarras-, su capacidad de expresar mediante la voz ha de competir con un nivel de estruendo que en verdad no le deja demasiado margen de maniobra a la cantante, a pesar de que ella tenga muy claras sus melodías.

Sorkun

Sorkun (voz), Óscar Conde (guitarra y coros), Libe García de Cortázar (teclados y coros), Igor Ruiz Mateo (saxo), Aitor Acosta (bajo) y Aitor Omenal (batería). Sala El Sol. Madrid, 15 de febrero.

Los temas, aun con la lógica dificultad de apreciación para los no que entienden euskera al estar todos interpretados en esa lengua, sí sugerían de modo inequívoco cierta belleza irregular de melodías asimétricas y ritmos que escapan a la habitual cuadratura del rock o el pop convencionales, para irse por caminos más arriesgados.

Lo que Sorkun pretendía era, por tanto, atractivo y aquello quedó suficientemente en evidencia en las canciones más tranquilas -Autolesioa- y en la colaboración que Sorkun, acompañada del saxofonista, realizó con el dj que la había precedido en escena.

Entonces es cuando la imaginación enganchaba de forma nítida con lo que sugería la voz y se dejaba ir en pos de melodías y sonidos y ritmos sorprendentes. En cualquier caso, tiempo le sobra a esta vocalista, con las cosas claras y el camino profesional bien trazado, para perfilar su propuesta.

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