Crítica:

Cuaderno de bitácora

En el siglo XVIII los hijos de las familias más nobles de Inglaterra, acompañados de sus preceptores, realizaban el Grand Tour por Europa como complemento de su educación y muchos de ellos hacían sus pinitos dibujando y pintando. Ahora, a principios del siglo XXI dos artistas, Gilda Mantilla (Los Ángeles, 1967) y Raimond Chaves (Bogotá, 1963), realizan su Grand Tour particular por tierras americanas recorriendo durante casi cuatro meses un itinerario que, iniciado en Venezuela, pasa por Colombia y Ecuador, y concluye en Perú. Como los antiguos viajeros del siglo XVIII, estos artistas toman di...

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En el siglo XVIII los hijos de las familias más nobles de Inglaterra, acompañados de sus preceptores, realizaban el Grand Tour por Europa como complemento de su educación y muchos de ellos hacían sus pinitos dibujando y pintando. Ahora, a principios del siglo XXI dos artistas, Gilda Mantilla (Los Ángeles, 1967) y Raimond Chaves (Bogotá, 1963), realizan su Grand Tour particular por tierras americanas recorriendo durante casi cuatro meses un itinerario que, iniciado en Venezuela, pasa por Colombia y Ecuador, y concluye en Perú. Como los antiguos viajeros del siglo XVIII, estos artistas toman dibujos y anotaciones, acumulan experiencias y recuerdos que después exhiben en forma de exposición.

DIBUJANDO AMÉRICA

Casa de América

Paseo de Recoletos, 2. Madrid

Hasta el 26 de febrero

La idea es más que interesante, recorrer un continente mirando con ojos artísticos, no los monumentos o los museos, sino la vida en el acontecer cotidiano, buscando sus manifestaciones más genuinas. La mirada curiosa del artista se posa en fenómenos y manifestaciones que escapan tanto a sus protagonistas como a los antropólogos. En el viaje realizado por Mantilla y Chaves no parece haber una premeditación del itinerario ni unas etapas que necesariamente deban cumplir, se trata más bien de una "deriva" en el sentido situacionista del término, un dejarse llevar por los acontecimientos, las relaciones, las afinidades. En su deambular los ojos tropiezan con el territorio y con sus gentes, pero también con otras cosas más casuales, como anuncios, imágenes impresas, letreros, objetos y artefactos que, en su heterogeneidad, reflejan una realidad social marcada por la desigualdad, la pérdida de identidad, los desengaños políticos, el exilio y los conflictos raciales.

El dibujo es, sin duda, la forma más analítica de mirar y el medio más directo y pulsional de fijar lo que se ha visto. Sin embargo, el punto débil de este "proyecto" (tal como es definida la exposición) es la baja calidad gráfica de los dibujos exhibidos, que resultan ser de una torpeza manifiesta. En estos decepcionantes dibujos, carentes de la más mínima técnica y falsamente ingenuos, se pone de manifiesto cómo, a pesar del empeño de Mantilla y Chaves por recuperar el papel y el lapicero, el mordisco que las nuevas tecnologías han asestado a la cultura artística está poniendo en peligro una de las manifestaciones expresivas más directas: el dibujo.

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