MÚSICA EN 7D

Deep Purple descarga su rock y Parla acoge las músicas del mundo

Olvidadas las navidades, Madrid vuelve a ser lo que era con diversas propuestas musicales que abundan en el eclecticismo. Unos clásicos como Deep Purple, conviven, por ejemplo, con un cartel que mira en Parla a las músicas étnicas y nuevas tendencias. Hay mucho jazz por las salas del centro, además de actuaciones tan rockeras como las de Adler' Appetite o Children of Bodom. También ecos caribeños, con Pupy y los que Son Son, y raíz castellana, con Eliseo parra.

- Periferia étnica y rockera. Mientras Deep Purple descarga en Leganés toda su historia como uno de los grupos más importantes...

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Olvidadas las navidades, Madrid vuelve a ser lo que era con diversas propuestas musicales que abundan en el eclecticismo. Unos clásicos como Deep Purple, conviven, por ejemplo, con un cartel que mira en Parla a las músicas étnicas y nuevas tendencias. Hay mucho jazz por las salas del centro, además de actuaciones tan rockeras como las de Adler' Appetite o Children of Bodom. También ecos caribeños, con Pupy y los que Son Son, y raíz castellana, con Eliseo parra.

- Periferia étnica y rockera. Mientras Deep Purple descarga en Leganés toda su historia como uno de los grupos más importantes del rock mundial, en Parla se mira al mundo entero desde su anual festival Interparla, de carácter étnico y vanguardista. Para abrir su cuarta edición, Interparla cuenta con la suizo-americana Eryka Stucky, que actúa por vez primera en España. Alabada en los circuitos europeos de músicas del mundo, se espera de ella esa fusión sobrecogedora que ha hecho de las músicas de sus dos orígenes y patrimonios culturales. El festival trata desde hace cuatro años de reunir en Parla a lo más granado de los ritmos étnicos del mundo, y este año se mira también en las nuevas corrientes de la electrónica europea. Se prolonga hasta mediados de febrero con exposiciones, charlas y proyecciones, y esta primera semana se completa con la Fanfare Savale, de Rumania, una banda de 11 instrumentistas que dan muestra de lo que es la velocidad musical; y con el dúo irlandés Nollaig Casey y Arty McGlynn.

Pero puede que la potencia y proyección intergeneracional de Deep Purple eclipse todo lo que acontezca en la periferia. Por el ruido que hacían en tiempo, podrían merecerlo, aunque ahora sus directos disten mucho de aquellos que dejaron grabados en memorables discos de los setenta como Made in Japan. Con muchos cambios en su formación a lo largo de su historia, por donde pasaron Ritchie Blackmore, Glenn Hughes, Rod Evans o David Coverdale, la actual encarnación de Deep Purple cuenta todavía con sus dos Ian más famosos: Gillan a la voz, y Paice, a la batería. Además, incluye al guitarrista Steve Morse, el bajista Roger Glover y el teclista Don Airey, todos cerca de cumplir 60 años, lo que no les resta fuerza para demostrar que con canciones como Highway star y, sobre todo, Smoke on the water, sentaron desde Inglaterra las bases del heavy metal mundial.

- Telúricos. La conexión con la música de raíz tiene esta semana al vallisoletano Eliseo Parra dando a conocer su nuevo proyecto en el Galileo. De ayer mañana, se llama, queriendo significar que lo suyo es una mirada a la tradición, pero con perspectivas de futuro, no mera recreación del pasado. Folclor moderno que consiste en rescatar la sonoridad popular desde el conocimiento y las tecnologías del siglo XXI, como también hizo en su anterior disco Viva quien sabe querer.

Hay más asuntos de conexión a la tierra, como lo que propone Pupy y Los que Son Son en La Riviera, un concierto dirigido a la inmigración caribeña establecida en Madrid, pero que debía servir para descubrir los nuevos sonidos que del Caribe llegan para el mejor conocimiento de otras realidades y propiciar la integración recíproca. El camerunés Justin Tchathoua, desde la música africana; y Enrique Heredia, El Negri, desde esa supuesta conexión mexicano-flamenca-baladista de su homenaje a Agustín Lara, sitúan otras maneras de ahondar en las ricas raíces musicales que ofrece el planeta.

- Rock y velocidad. La inmediatez de las canciones de los barceloneses No Way Out, ha constituido una de las agradables sorpresas del punk melódico español. Esta semana actúan en Gruta 77, que se está quedando como uno de los pocos templos del rock en Madrid, ciudad antaño tan rockera.

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Desde hace años, los garitos se abrieron también a otras músicas, sin olvidar del todo el rock. Nueve se cumplen ahora de la Boca del Lobo, una de los clubes más inquietos y activos de la noche madrileña. Enfocado como un centro de cultura, esta semana celebra La Boca del Lobo su efeméride con el funk de Celofunk (que, por cierto, al día siguiente actúa en una sala nueva madrileña, la prometedora Anymus, en la Plaza de España) y con el ritmo infernal, abrasivo, energético y vitalista de Jairo Perea, más conocido como Muchachito. Viene casi en solitario, sin todo el acompañamiento que le ha dado a conocer como Muchachito Bombo Infierno, aunque sin prescindir de su infernal bombo con el que él mismo marca el ritmo trepidante y arrasador de sus conciertos.

La apuesta internacional en cuanto a rock y velocidad, cuenta esta semana con las visitas de Adler' Appetite, la banda de Steven Alder, que fue batería durante sus años de gloria del grupo norteamericano Guns'n'Roses; y la de Children of Bodom, que desde Finlandia traen esa apuesta brutal y feroz por el death metal más recalcitrante

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