Crítica:

Olimpo de la arquitectura

Desde hace algunos años, de manera silenciosa, se van exhibiendo pinturas que tienen como tema fenómenos urbanos, tanto vedute como edificios concretos. Se trata de una nueva forma de mirar la ciudad y sus hitos que es heredera de las antiguas "vistas topográficas" y de los paisajes urbanos pero que suelen tener un toque de la metafísica de Giorgio de Chirico y de la frialdad escrutadora de Edward Hopper. Dentro de esta tendencia, que no forma una corriente ni presupone un estilo común, se encuentra la exposición de Damián Flores Llanos (Cáceres, 1963), un pintor que realiza óleos de pe...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Desde hace algunos años, de manera silenciosa, se van exhibiendo pinturas que tienen como tema fenómenos urbanos, tanto vedute como edificios concretos. Se trata de una nueva forma de mirar la ciudad y sus hitos que es heredera de las antiguas "vistas topográficas" y de los paisajes urbanos pero que suelen tener un toque de la metafísica de Giorgio de Chirico y de la frialdad escrutadora de Edward Hopper. Dentro de esta tendencia, que no forma una corriente ni presupone un estilo común, se encuentra la exposición de Damián Flores Llanos (Cáceres, 1963), un pintor que realiza óleos de pequeño formato en los que aparecen representados algunos edificios del Madrid racionalista.

El propio título con el que se presenta la exposición Arquitectura racionalista en Madrid ya nos indica claramente que hay un tema y que éste no es casual ya que los cuadros que aquí se muestran no son sólo un grupo de representaciones de edificios casualmente tomados al azar sino que se articulan como un homenaje a la denominada "generación del 27", un escueto grupo de arquitectos que, aprovechando el momento de bonanza económica disfrutado durante los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera, intentaron introducir en la capital de España los estilemas característicos de la imagen del nuevo espíritu moderno de la arquitectura europea del momento, tales como fachadas desornamentadas, ventanas corridas o chaflanes y balcones semicirculares. Los escasos edificios que lograron construir y los pocos de entre ellos que aún quedan en pie hacen que aquellos tímidos conatos de modernidad en la pueblerina capital del Estado sean hoy objeto de culto.

DAMIÁN FLORES LLANOS

Galería Estampa

Justiniano, 6. Madrid

Hasta el 21 de enero

En esto reside, sin duda, el valor de los cuadros de Damián Flores, en la voluntad de llamar la atención sobre unas construcciones que no son monumentales ni revolucionarios pero que suponen uno de los mayores logros de la arquitectura española durante el siglo XX. Para conseguirlo, Damián Flores Llanos no se ha limitado a imitar con el pincel las apariencias de lo que hoy se ve de ellos, sino que ha idealizado las formas, vaciando las calles de automóviles y viandantes, eliminando los elementos adulterados por el paso del tiempo y el cambio de uso, aislando los edificios del nuevo contexto urbano, representando obras ya desaparecidas o acercándose al detalle de algunas fachadas para tomar sólo un fragmento significativo. Así, los edificios aparecen en los cuadros descontextualizados e intemporales, como lo están los héroes en el Olimpo.

'Cine Barceló' (2005), óleo de Damián Flores Llanos.

Archivado En