Dana Brown retrata la pasión por las olas
El documental incluye imágenes grabadas en Europa, América, Asia y Australia
Dana Brown (Dana Point, California, 1959) ha grabado a jóvenes surfeando detrás de petroleros en el Golfo de México, ha perseguido con su cámara hasta 160 kilómetros mar adentro a un grupo de intrépidos surfistas cogiendo olas de varios metros y ha registrado las clases de los hermanos Malloy, que derriban barreras entre católicos y protestantes en las playas de Irlanda. Pero sostiene que su documental El club de las olas, que se estrena hoy, "no es una película de surf". "Va mucho más allá. Trata de la vida. De lo importante que es tener una pasión, de la diversión".
El cine y e...
Dana Brown (Dana Point, California, 1959) ha grabado a jóvenes surfeando detrás de petroleros en el Golfo de México, ha perseguido con su cámara hasta 160 kilómetros mar adentro a un grupo de intrépidos surfistas cogiendo olas de varios metros y ha registrado las clases de los hermanos Malloy, que derriban barreras entre católicos y protestantes en las playas de Irlanda. Pero sostiene que su documental El club de las olas, que se estrena hoy, "no es una película de surf". "Va mucho más allá. Trata de la vida. De lo importante que es tener una pasión, de la diversión".
El cine y el surf han marcado la vida de este realizador, hijo de Bruce Brown, director del legendario documental The endless summer (1966) sobre este deporte entonces emergente. De hecho, durante tiempo han trabajado juntos. Pero ahora Dana, que ha dirigido más de 50 producciones deportivas, da un salto con El club de las olas, película en la que retrata el presente, el pasado y el futuro del surf.
En ella ha invertido tres años y mucha paciencia, porque el realizador no sólo ha cruzado el mundo desde Vietnam a Wisconsin, Irlanda o Australia para lograr las imágenes más espectaculares de los fanáticos de este deporte. Ha tenido que lidiar también, en mayor medida que otros realizadores, con los caprichos del tiempo y la naturaleza, y ha querido esperar hasta encontrarse con historias dignas de ser grabadas. "Unas veces llegaban a través de gente que conocía, otras me trasladaba a un lugar y acababan por surgir". En El club de las olas hay espacio para lo emocional, lo espiritual, lo espectacular e incluso lo histórico.