Reportaje:LOS PROBLEMAS DE LOS INMIGRANTES

La realidad en el patio

Un instituto gaditano instala una jaima para concienciar a los estudiantes sobre la realidad saharaui

Embarek Mohamed Lamin, un joven saharaui, enseña casi con orgullo una cicatriz que tiene en la frente. Siempre la recuerda riendo. Se la hizo cuando, poco después de haber llegado hace nueve años a España, se cayó mientras dormía en la casa de los padres que lo acogieron. Nunca había dormido sobre una cama. Se había acostumbrado a soñar en el suelo. Tampoco había visto nunca una nevera llena ni un grifo del que saliera el agua que él buscaba con cubos a varios kilómetros de su jaima en el Sáhara occidental.

Es lo que Embarek, de 20 años, les ha contado a los estudiantes del instituto Dr...

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Embarek Mohamed Lamin, un joven saharaui, enseña casi con orgullo una cicatriz que tiene en la frente. Siempre la recuerda riendo. Se la hizo cuando, poco después de haber llegado hace nueve años a España, se cayó mientras dormía en la casa de los padres que lo acogieron. Nunca había dormido sobre una cama. Se había acostumbrado a soñar en el suelo. Tampoco había visto nunca una nevera llena ni un grifo del que saliera el agua que él buscaba con cubos a varios kilómetros de su jaima en el Sáhara occidental.

Es lo que Embarek, de 20 años, les ha contado a los estudiantes del instituto Drago de Cádiz, que ha celebrado las jornadas de educación en la ciudadanía. Una actividad que les ha llevado la realidad más próxima y más lejana a su propio patio.

Según reconoce el vicedirector del centro, Salvador Hernández, muchos de los alumnos sólo han conocido el pueblo saharaui a través de la televisión. Por eso la presencia de Embarek les ha ayudado a comprender la historia que no enseña en los libros. La asociación Salam-Paz, de ayuda al pueblo saharaui, instaló en el patio del instituto una jaima, como en la que creció Embarek. "Aquí no hay interruptores porque no hay electricidad", les explica.

La presencia del joven saharaui y la jaima es sólo una de las actividades que el instituto Drago ha organizado en unas jornadas que convoca anualmente y que este año han girado en torno al Año Europeo de la Ciudadanía. Las primeras en visitar las clases fueron las integrantes de la asociación Mujeres en zonas de conflicto, que pusieron sobre la mesa el sexismo y la violencia de género. El Movimiento contra la Intolerancia centró sus charlas en el racismo y la xenofobia. La asociación Cardjin reflexionó con los alumnos sobre la situación de los inmigrantes. El Instituto Andaluz de la Juventud presentó sus programas de interculturalidad y el director general de Ordenación Educativa de la Junta, Casto Sánchez Mellado habló de la importancia de aprender idiomas.

Los alumnos no fueron demasiado participativos en el debate posterior con el político. En cambio, a Embarek lo bombardearon a preguntas. "¿Y cómo jugáis?", le interrogaron. Y el joven les detalló que las latas de atún eran las ruedas de los coches imaginarios que inventaba de pequeño cuando estaba en los alrededores de la jaima. Latas que llegaban de la ayuda internacional que ahora él reclama para apoyar a su pueblo. "Vosotros os habéis acostumbrado a una vida con interruptores que dan la luz y grifos que os traen agua. Cuando llegué aquí, me sorprendió todo eso. Y me chocó más todavía que los jóvenes no valoraran lo que tenían". Embarek lo cuenta sonriendo, al igual que se ríe de la cicatriz que tiene en la frente.

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