OPINIÓN DEL LECTOR

Dos abogados y un carpintero

Decía Gómez de la Serna que lo que pone más nerviosa a la ballena es que la llamen cetáceo. Hoy tengo complejo de ballena. Lo que me pone más nervioso es el respeto y la atención barnizada de un burócrata.

A la edad de 15 años comencé a trabajar como carpintero metálico. No hay más. No fui de esos chicos sacrificados que a la vez de trabajar culminan un buen expediente académico. A día de hoy, 33 años, orgulloso me hallo de mi oficio y de los libros que pude leer por mi cuenta y riesgo. Fin de mi nota autobiográfica. Iré al grano (y señalaré a los graneros).

Motivos laborales (am...

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Decía Gómez de la Serna que lo que pone más nerviosa a la ballena es que la llamen cetáceo. Hoy tengo complejo de ballena. Lo que me pone más nervioso es el respeto y la atención barnizada de un burócrata.

A la edad de 15 años comencé a trabajar como carpintero metálico. No hay más. No fui de esos chicos sacrificados que a la vez de trabajar culminan un buen expediente académico. A día de hoy, 33 años, orgulloso me hallo de mi oficio y de los libros que pude leer por mi cuenta y riesgo. Fin de mi nota autobiográfica. Iré al grano (y señalaré a los graneros).

Motivos laborales (ampliación de una hipoteca de nave industrial paralizada por el banco por motivos ajenos a mi persona, compro una finca industrial y a los siete años se me informa de que tiene el peso de un embargo preventivo inscrito en el año 83, yo compro en el 98) me llevan a contactar con un abogado (Francisco Saavedra) para solucionar el tema lo antes posible. Estamos hablando del mes de enero del presente. Este señor me informa de que debido al año en el que se inscribe el citado embargo, la cosa es ardua y compleja, pero que él sabrá solucionarlo.

Pasados varios meses sin obtener noticias satisfactorias de este abogado, contacto con un nuevo despacho (Matilde-Zapico) para que agilicen el tema, haciéndoles constar mi problema con el anterior letrado. Este despacho analiza el caso y se pone en marcha. Estaríamos hablando de julio o julio del presente. Dos despachos trabajando en el mismo caso. Ninguno acierta a tocar la tecla correcta.

El carpintero (o sea, yo) se impacienta y después de informarse por cuenta propia donde se inscribió el embargo dichoso (Juzgados de Algeciras), viaja a esta localidad, por cuenta propia, visita las dependencias judiciales del juzgado citado y pregunta por la sección Notificaciones y Embargos. Una vez en estas dependencias me informan de que debo poner por escrito mi solicitud. Allí mismo, con un bolígrafo prestado (gracias, prima), redacto dos folios. Estamos hablando del mes de septiembre del presente. A fecha de hoy tengo en mi poder la resolución firmada por la magistrado jueza y el secretario judicial por la cual se anula la prescripción de embargo preventivo. Fin de la historia. Juzguen ustedes.

A los despachos en cuestión, gracias, gracias por hacerme más fuerte. Y un consejo: es vocación, que no ambición. Gracias.

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