Reportaje:

Carlos y Camilla remontan el vuelo

La pareja pasó con éxito la prueba del viaje a EE UU, que Diana conquistó 20 años atrás

A los nueve meses de contraer matrimonio en la sala de juntas del ayuntamiento de Windsor, el príncipe de Gales y la duquesa de Cornualles se han convertido en una pareja casi normal. Sin grandes controversias públicas, Carlos y Camilla han ido consolidando su imagen de pareja y han pasado una prueba de fuego. Su primer viaje oficial al extranjero, una gira de una semana por EE UU que corría el peligro de convertirse en una reedición a la baja de la realizada hace 20 años por Carlos con la desaparecida Diana de Gales, cumplió su principal objetivo: no convertirse en un son...

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A los nueve meses de contraer matrimonio en la sala de juntas del ayuntamiento de Windsor, el príncipe de Gales y la duquesa de Cornualles se han convertido en una pareja casi normal. Sin grandes controversias públicas, Carlos y Camilla han ido consolidando su imagen de pareja y han pasado una prueba de fuego. Su primer viaje oficial al extranjero, una gira de una semana por EE UU que corría el peligro de convertirse en una reedición a la baja de la realizada hace 20 años por Carlos con la desaparecida Diana de Gales, cumplió su principal objetivo: no convertirse en un sonoro fracaso.

Su regreso al Reino Unido ha coincidido con el anuncio de un documental dramático que evoca las relaciones de la pareja desde que se conocieron, en 1971, hasta la boda de Carlos y Diana en 1981. Dicen quienes han visto el programa, que ITV emitirá en su programación de este invierno, que la pareja tiene motivos para estar encantada. Nunca antes se había hecho un retrato tan favorable de ellos.

Los norteamericanos parecen haber olvidado ya a la glamurosa Diana y han aceptado a Camilla, no como sustituta de la trágicamente desaparecida princesa, sino como una mujer madura y sencilla, más obsesionada por no meter la pata que por conquistar el corazón del mundo. Y no la metió. La duquesa rozó la catástrofe cuando confundió un gran ventanal cerrado con una puerta abierta y a punto estuvo de chocar con el cristal ante las cámaras, pero salvo ese pequeño incidente el viaje se desarrolló con la escasa excitación que tanto deseaba la pareja.

Los norteamericanos han subrayado sobre todo el mal gusto de la duquesa al elegir su vestuario, pero ni siquiera eso lo han visto desde el prisma de su antigua y joven rival, aquella encantadora de serpientes que bailaba con John Travolta en la Casa Blanca. La ropa es siempre un punto cardinal de las crónicas periodísticas y los comentaristas se han cebado en algunas elecciones de Camilla. Celebraron su decisión de prescindir casi por completo de los siempre llamativos sombreros de la clase alta británica y ensalzaron el aspecto "femenino y dinámico" que le daba el vestido azul marino diseñado por Anthony Price con el que se presentó a un cóctel en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Pero el estirado y rectilíneo blazer y falda de Robinson Valentino que vistió en la cena de gala en la Casa Blanca, con el que "lucía ordinaria y anodina", contrastó con la figura "moderna y juvenil" de la primera dama, Barbara Bush, vestida por Óscar de la Renta.

Camilla confirmó que su buen humor y su conexión con Carlos de Inglaterra han logrado humanizar la figura altanera y distante del heredero. Algo, pero no del todo, porque Carlos dejó prueba de su legendario pesimismo y su tendencia al cilicio cuando, al llegar a la Casa Blanca para almorzar con los Bush en su segundo día de estancia en el país, se dirigió a la prensa con un amargo "Aquí estoy. Vivo".

A su regreso de la gira por Nueva York, Washington, Nueva Orleans y San Francisco, entre otras ciudades, Carlos y Camilla se han incorporado a su rutina británica.

El drama que sobre la relación entre Carlos y Diana emitirá la televisión ITV ya genera polémica. El director, David Blair, abandonó el rodaje después de que altos cargos de la televisión ordenaran que se rebajara su picante contenido. Wathever love means retrata a una Camilla directa y llana que espeta a Carlos: "Soy una perra". Y en otra, al conocerse, le dice: "Ya sabes que no soy virgen". Y colige de ello: "Ésa es otra razón por la que nunca podré ser reina".

El príncipe y la duquesa abordan su avión el 8 de noviembre durante su gira por EE UU.REUTERS
Carlos y Camilla, tras asistir a un espectáculo musical en San Francisco el 7 de noviembre.EFE

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