OPINIÓN DEL LECTOR

Bastante peor que antes

El 18 de enero de 2005, este mismo diario publicó una carta que redacté para denunciar la inseguridad vial que sufrimos los usuarios de los autobuses interurbanos. Han pasado nueve meses y la situación, lejos de mejorar, es bastante peor que entonces. Los barrios nuevos crecen y la frecuencia de los autobuses es altamente insuficiente.

Mi problema reside en la línea 227 de la Continental Auto, SA. Todos los días, estos autobuses salen de mi localidad, Alcalá de Henares, hacia Madrid, con personas hacinadas en pasillos y escalerillas del vehículo, preparados para soportar un trayecto por...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El 18 de enero de 2005, este mismo diario publicó una carta que redacté para denunciar la inseguridad vial que sufrimos los usuarios de los autobuses interurbanos. Han pasado nueve meses y la situación, lejos de mejorar, es bastante peor que entonces. Los barrios nuevos crecen y la frecuencia de los autobuses es altamente insuficiente.

Mi problema reside en la línea 227 de la Continental Auto, SA. Todos los días, estos autobuses salen de mi localidad, Alcalá de Henares, hacia Madrid, con personas hacinadas en pasillos y escalerillas del vehículo, preparados para soportar un trayecto por la A-2 de 35 kilómetros (de atasco la mayoría de las veces).

Como estamos en la era de las "Jornadas de Seguridad Vial", y confiada de que esto era una irregularidad cometida por la empresa propietaria, emití también mi queja a la Dirección General de la Guardia Civil y al Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid. Ante mi asombro, ambas entidades me contestaron lo mismo. Es algo permitido, hay autobuses que cuentan con 101 plazas, de las cuales 30 son de pie. No tengo palabras.

De todo esto se comprende una cosa: resulta fácil para las autoridades imponer el llevar en un utilitario unos triángulos y un chaleco de emergencia, o incluso penalizar el no ponerse el cinturón de seguridad, los gastos del incumplimiento de esto corren a cargo del bolsillo de cada ciudadano. Pero cuando se trata de prohibir una práctica realmente peligrosa en el transporte público, que, por otra parte, no dejan de fomentar (hasta el punto de impedir el aparcamiento en la ciudad), ahí nos lo pensamos más, ¿verdad?, porque los gastos que esto generase correrían a cargo de ustedes (aumentar la frecuencia de los autobuses, cinturones de seguridad en todos los asientos, realizar un seguimiento de todas las líneas). Esto ya no es tan sencillo. Sólo contéstenme a una pregunta, por favor: ¿Qué tiene más consecuencias, que se estrelle un coche con un individuo dentro que no llevaba el cinturón puesto, o que se estrelle un autobús de transporte público con 30 personas en el pasillo? Dediquen sólo unos minutos a estudiarlo.

Les ruego encarecidamente que retiren los nuevos carteles que han aparecido en los autobuses, porque resultan hirientes. Dicen lo siguiente "Pónganse el cinturón de seguridad, despejen los pasillos y dejen libres los escalones".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En