Crítica:

Arte del cartel

La muestra de la que damos cuenta es lo bastante ambiciosa como para ser triple y presentarse en cuatro espacios expositivos. Ofrece al espectador una visión de lo que ha sido la práctica del cartelismo como fenómeno acompañante del desarrollo de la pintura desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. La iniciativa corresponde al Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MUVIM) queparece haber optado por una línea de trabajo orientada hacia el diseño y, por así decir, las artes colaterales que no hallan su lugar en los espacios habituales. El mérito cabe atribuirlo a su director,...

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La muestra de la que damos cuenta es lo bastante ambiciosa como para ser triple y presentarse en cuatro espacios expositivos. Ofrece al espectador una visión de lo que ha sido la práctica del cartelismo como fenómeno acompañante del desarrollo de la pintura desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. La iniciativa corresponde al Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MUVIM) queparece haber optado por una línea de trabajo orientada hacia el diseño y, por así decir, las artes colaterales que no hallan su lugar en los espacios habituales. El mérito cabe atribuirlo a su director, Román de la Calle, pero también a la lucidez y experiencia de Carlos Pérez, coordinador de estas exposiciones, en donde se presentan todos los carteles (menos uno) realizados por Toulouse-Lautrec, y una selección del catalán Ramon Casas y los de la colección de cerca de 175 carteles reunidos por José Luis Rupérez.

Es difícil hablar con detalle y valorar con precisión tanta cantidad de imágenes. De Toulouse-Lautrec no cabe decir mucho más que lo ya sabido: que superó a Jules Chéret -el Watteau des rues (Manet)-, y que se encargó como nadie de elevar el cartel a la categoría de arte superior. De Ramon Casas puede recordarse su contribución al desarrollo popular de la estética del modernismo como impronta de la cultura catalana de fines del XIX y principios del XX. En este caso, el protagonismo corresponde a su exitoso cartel publicitario de Anís del mono, cuya desenfadada manola sería luego sustituida, en sucesivos anuncios, por un repertorio de imponentes burguesas catalanas fumando, bebiendo champagne, manejando automóviles y hasta leyendo. En cuanto a la muestra de la colección de José Luis Rupérez (a cargo de José Piqueras), lo que sorprende es su completud. En ella se puede recorrer, en una suerte de vía paralela, casi la entera historia del arte moderno y hasta posmoderno: desde el cartel decimonónico (Chéret, Toulouse-Lautrec) y la dialéctica entre art déco y vanguardia (Beardsley, Erté, pero también Die Stijl y Bauhaus), los tensos carteles de guerra y de entreguerras (Grosz, El Lissitzky, Renau), los formalmente más previsibles de Matisse, Braque, Léger, Picasso, Chagall o Dalí, hasta los grandes héroes del pop americano y más o menos tutti quanti. En unos tiempos en los que se habla de una genérica "cultura visual" viene bien repasar estas imágenes y reconocer en ellas la experiencia del arte y una clara herencia de la pintura de historia.

La imagen sobre el muro. Toulouse-Lautrec, Ramon Casas. Maestros del arte en el cartel en la colección José Luis Rupérez. Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (Muvim), Quevedo, 10. Valencia. La Llotgeta. Aula de Cultura CAM.Plaza del Mercado, 4. Valencia. Col.legi Major Rector Peset. Plaza del Horno de San Nicolás, 4. Valencia. La Nau. Salas Thesaurus y Donació Martínez Guerricabeitia. Universitat, 2. Valencia. Hasta el 24 de diciembre.

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