Reportaje:

Los falsificadores legales

Una exposición reúne en Sevilla réplicas de 350 lienzos de grandes maestros de la Historia del Arte

Guiseppe Salzano, arquitecto de Milán (Italia) y coleccionista de arte, compró en 1985 un lienzo de uno de sus pintores favoritos: Giorgio Chirico. Salzano, eufórico con su nueva adquisición, quiso compartir con sus amigos la belleza que desprendían los trazos puros y geométricos tan característicos de la pintura metafísica de Chirico. Sin embargo, la sonrisa se le desvaneció del rostro en el preciso momento en el que un amigo le dijo que su cuadro era falso y que, él mismo, había visto cómo lo pintaba un falsificador hacía unas semanas.

Ese mal trago fue el inicio de una afición que se...

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Guiseppe Salzano, arquitecto de Milán (Italia) y coleccionista de arte, compró en 1985 un lienzo de uno de sus pintores favoritos: Giorgio Chirico. Salzano, eufórico con su nueva adquisición, quiso compartir con sus amigos la belleza que desprendían los trazos puros y geométricos tan característicos de la pintura metafísica de Chirico. Sin embargo, la sonrisa se le desvaneció del rostro en el preciso momento en el que un amigo le dijo que su cuadro era falso y que, él mismo, había visto cómo lo pintaba un falsificador hacía unas semanas.

Ese mal trago fue el inicio de una afición que se ha convertido en negocio. Salzano inauguró ayer en Sevilla una muestra con 350 obras de lo que él llama "falsificaciones legales". La exposición, que podrá verse en el hotel Alfonso XIII hasta el 6 de noviembre, es la segunda que la fundación Pitti Arte de Florencia organiza en Sevilla.

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Son copias de los grandes de la Historia del Arte internacional, desde Rafael hasta Picasso, que se venden de forma legal por precios que oscilan entre los 500 euros, coste de un dibujo de Modigliani, hasta la réplica de La torre de Babel, de Brueghel, que vale 3.800 euros.

"A mí me engañaron, pagué el lienzo de Chirico a su precio de mercado a un galerista deshonesto. Pero, después, hice de Sherlock Holmes y encontré al autor de la falsificación", recuerda Salzano, quien desde 1986 se dedica a poner orden en una actividad que, hasta entonces, era ilegal.

"Se llamaba Antonio Mazzei, ahora ha fallecido, y yo intenté convencerlo para que dejase las falsificaciones y desarrollase una carrera propia. Me dijo que su propia pintura no le interesaba a nadie y que no podía dejar de copiar a los grandes maestros, que eso era como una especie de enfermedad", explica el arquitecto y presidente de la Pitti Arte, la fundación que se encarga de regular el mercado de copistas y de expender "certificados de falsedad".

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Actualmente trabajan para la fundación 48 pintores, casi todos italianos, y este año se incorporarán a la nómina dos españoles: Emilio Martínez, de Salamanca, y Luis Peralta, de Aranjuez.

"Hasta 1985 todos estaban entre la niebla, pero desde que ha nacido la fundación esta gente se ha separado del mercado negro. Hemos creado una nueva línea dentro del arte moderno y a algunas personas les gusta más tener una copia", asegura el arquitecto, quien también es uno de los copistas y está especializado en el pintor colombiano Fernando Botero, de quien se pueden ver en la muestra obras como El caballo del picador o El cardenal.

"Botero es el único artista vivo que copiamos. Conoce mi pintura y me ha dicho que le gusta cómo trabajo", afirma Salzano, para después recalcar la bondad de las "falsificaciones legales": "El impresionista francés Camille Corot pintó en toda su vida unas 2.500 obras, pero sólo en los museos de Estados Unidos hay inventariados 7.500 cuadros suyos; así que es obvio que han estado comprando cuadros falsos por buenos".

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