FÓRMULA 1 | Un español, el campeón más joven de la historia

"¡Sí! ¡Sí! ¡Vamos! ¡Toma!"

Fernando Alonso atravesó el tercero la bandera a cuadros blancos y negros del circuito José Carlos Pace e hizo historia. Suele contar las victorias con los dedos, pero esta vez alzó el puño derecho desde el interior de su bólido. Y saludó, en la vuelta de honor, a todos aquéllos que desde las gradas, de pie, le aplaudían fervientemente. Se sacó con cierta premura el casco y la protección del cuello. Se frotó la cara, sudorosa por el esfuerzo, con las manos y depositó pausadamente el casco en el monoplaza. Y... "¡Sí! ¡Sí! ¡Vamos! ¡Toma!", gritó con todas sus fuerzas, como si se sacudiera de gol...

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Fernando Alonso atravesó el tercero la bandera a cuadros blancos y negros del circuito José Carlos Pace e hizo historia. Suele contar las victorias con los dedos, pero esta vez alzó el puño derecho desde el interior de su bólido. Y saludó, en la vuelta de honor, a todos aquéllos que desde las gradas, de pie, le aplaudían fervientemente. Se sacó con cierta premura el casco y la protección del cuello. Se frotó la cara, sudorosa por el esfuerzo, con las manos y depositó pausadamente el casco en el monoplaza. Y... "¡Sí! ¡Sí! ¡Vamos! ¡Toma!", gritó con todas sus fuerzas, como si se sacudiera de golpe toda la presión acarreada y acentuada en las últimas fechas. Lanzó un beso a los aficionados, que, ensimismados y prendados de su conducción, le vitoreaban incesantemente.

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Por primera vez se le observó a Alonso un gesto compungido en la cara, como si luchara por evitar desparramar alguna que otra lágrima. Sin embargo, acabó por soltarla. Hasta que, corriendo, fue a festejar el éxito con los trabajadores de la escudería Renault. Desbocado, con la sonrisa de un niño pequeño con una piruleta, se subió a los lomos de sus amigos para luego saltar al podio.

Acompañado por los dos pilotos de McLaren, Alonso recibió el trofeo por terminar tercero la carrera, que no campeón mundial. Tras el himno colombiano -ganó Juan Pablo Montoya- y el pertinente baño de cava, agotado y como si le temblaran las piernas por la emoción, Alonso emuló escanciar sidra en la copa. Bebió un trago y se la puso de montera. Más tarde, la botella se la regaló a un trabajador del equipo que llevaba una camiseta blanca con un mensaje tan irónico como certero por eso de que le sucede: Schumacher who? (Schumacher ¿quién?).

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