OPINIÓN DEL LECTOR

Lo que cae del cielo sí hace daño

Cuando un avión cae sobre una zona habitada se convierte en noticia de alcance nacional. Afortunadamente ocurre rara vez, pero podría ocurrir cada día. Sólo la suerte nos protege. Desde luego no las autoridades. En la playa de La Antilla (Lepe) ha podido verse durante todo el verano un constante ir y venir de avionetas que dan continuas pasadas a muy poca altura sobre bañistas y casas. No me refiero a las aeronaves de la Guardia Civil que patrullan el litoral (que también podría), sino a avionetas que hacen publicidad de marcas de pipas de girasol, apartamentos en venta, discotecas clubes de f...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuando un avión cae sobre una zona habitada se convierte en noticia de alcance nacional. Afortunadamente ocurre rara vez, pero podría ocurrir cada día. Sólo la suerte nos protege. Desde luego no las autoridades. En la playa de La Antilla (Lepe) ha podido verse durante todo el verano un constante ir y venir de avionetas que dan continuas pasadas a muy poca altura sobre bañistas y casas. No me refiero a las aeronaves de la Guardia Civil que patrullan el litoral (que también podría), sino a avionetas que hacen publicidad de marcas de pipas de girasol, apartamentos en venta, discotecas clubes de fútbol... etc. Por si lo anterior fuera poco, se consiente por la autoridad (o tal vez incluso se autorice, quien sabe) que una serie de individuos "vuelen" sobre una especie de parapentes propulsados por un motor durante las horas de luz. Así pues, va uno a la playa ("de las horas felices", decía la publicidad municipal hace 30 años) y, además de exponerse a que se le caiga encima uno de esos artefactos debe, en todo caso, someterse contra su voluntad a un nivel de ruido insoportable que le hace dudar de si está en una playa o en el arcén de una autopista. Todo para que unos cuantos hagan el negociete a costa de los derechos de los demás. Desde aquí aviso al Ayuntamiento de Lepe de que seguramente deje de escoger su playa como lugar de veraneo. Quieran los dioses (los que gobiernen los artefactos aéreos) que nunca caiga una de esas cosas voladoras sobre los descuidados bañistas. Sería muy triste tener que lamentar la muerte de gente que perdió la vida por un anuncio de pipas de girasol.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En