Reportaje:

Los superpolicías campeones trabajan en Rivas

Dos agentes madrileños ganan los Juegos Mundiales de Policías y Bomberos celebrados en Canadá

Mala suerte tendrá el delincuente que sea perseguido por Ana María y Carlos Hugo, pues corriendo, nadando, saltando y hasta escalando por cuerdas llevará las de perder ante estos dos policías del municipio de Rivas-Vaciamadrid.

Debería saber este delincuente que tras él estarán los ganadores de la competición más dura de los juegos mundiales de Policías y Bomberos -llamada TCA de Larry Moore-, que se ha celebrado en Quebec (Canadá) este año. El nombre en español es todavía más gráfico: "El competidor más duro vivo".

Ana María Ortiz, de 25 años, y Carlos Hugo Andrés, de 33, han vu...

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Mala suerte tendrá el delincuente que sea perseguido por Ana María y Carlos Hugo, pues corriendo, nadando, saltando y hasta escalando por cuerdas llevará las de perder ante estos dos policías del municipio de Rivas-Vaciamadrid.

Debería saber este delincuente que tras él estarán los ganadores de la competición más dura de los juegos mundiales de Policías y Bomberos -llamada TCA de Larry Moore-, que se ha celebrado en Quebec (Canadá) este año. El nombre en español es todavía más gráfico: "El competidor más duro vivo".

Ana María Ortiz, de 25 años, y Carlos Hugo Andrés, de 33, han vuelto de Canadá con la medalla de oro en la modalidad de equipos colgada del cuello, tras haber superado a fibrosos cuerpos anglosajones y nórdicos que los igualaban en estatura aun cuando éstos estaban en los escalones bajos del podio.

La TCA de Larry Moore, cuentan orgullosos los policías, está considerada como una de las pruebas más duras que, cada dos años, policía y bomberos participantes en los Juegos afrontan por su complejidad y variedad. "Allá va gente muy buena en todo. Cuando les decía que iba a participar en el TCA todos me respondían, 'qué narices", afirma Ana María.

La competencia da cuenta de la destreza de los competidores en ocho pruebas, cuatro cada uno, durante un mismo día. La primera son 5.000 metros de cross, la segunda, lanzamiento de peso (7,260 kilos para hombres y 4 para mujeres), seguida de la velocidad en 100 metros lisos, ascenso de seis metros por cuerdas, un press de banca y dominadas (colgarse de una barra y subir y bajar cuantas veces se pueda).

La prueba final se llama "pista americana", un circuito plagado de obstáculos, al estilo de los programas televisivos de concursos entre pueblos. "Es la más chula", recuerda Ana María meciéndose en la silla de un sargento.

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Ambos, de contextura atlética pero nada exagerada, entrenan a diario a las órdenes de José Gómez Milara, un miembro de los bomberos del Ayuntamiento de Madrid, cuya experiencia en estas competencias le permitió ganar la TCA en la modalidad individual de su edad, también en los XI Juegos de Policías y Bomberos, en julio pasado. Ana María y Carlos Hugo participaron también en sus categorías individuales, pero por lo visto lo suyo es el trabajo en equipo.

Ellos son parte de los 56 policías de la Comunidad de Madrid y los 1.100 españoles que compitieron entre agentes de 56 países. Los XI Juegos de Policías y Bomberos se realizaron durante 10 días de julio en Québec, con todas las disciplinas olímpicas, más algunas pruebas adaptadas a estos profesionales. La ventaja la tienen los bomberos y policías de los países nórdicos y anglosajones, donde hay hasta ligas nacionales de "el competidor más duro vivo".

"Sabíamos que había mucha gente y muy buenos en esa competición, pero la verdad es que practicamos mucho. No pensábamos ganar el oro, pero hicimos todo lo que pudimos y, ya ves, le ganamos a gente más experimentada y con más físico", explica Carlos Hugo, con siete años ejerciendo de policía en Rivas-Vaciamadrid.

Este agente participó también en las dos ediciones anteriores de estos Juegos, en Indianápolis (EE UU) y Barcelona, pero hasta la última no se sintió satisfecho con la cosecha de la delegación española. "Cada vez hay mejores resultados. Ésta es la causa y la consecuencia de que se conozcan más las competiciones", dice Carlos Hugo, que lleva la mitad de su vida entre pistas de atletismo, lo que lo convierte en un atleta-policía, más que en un policía-atleta.

Como premio, estos dos agentes se dan por satisfechos con la medalla, el orgullo propio y el reconocimiento de compañeros y autoridades del Ayuntamiento, que les dio ciertas facilidades para asistir a los juegos.

Ambos policías opinan que aunque son "atletas por romanticismo" y que en su labor el físico no es lo más importante, la preparación sí ayuda en rescates, persecuciones y hasta en tareas aparentemente simples, como controlar el tráfico.

"Esta profesión te obliga a estar muy saludable en el aspecto físico y psíquico. En esto uno nunca sabe con qué se va a topar, por eso es mejor si tenemos una buena preparación física. Al menos yo sé que es difícil que se me escape un top manta", cuenta Ana María, a medias entre la broma y la certeza. Carlos Hugo agrega que antes que policía es un joven al que también le preocupa la figura que pueda exhibir ante los demás cuando va a la piscina.

Más allá de la vanidad y la preparación para saltar vallas tras un sospechoso o escalar en un incendio, los Juegos Mundiales de Policías y Bomberos reúnen a profesionales de estos dos sectores con el objetivo de promover la cooperación y la amistad entre los servidores de diferentes países y de fomentar el espíritu deportivo y de superación propio de sus trabajos de servicio público.

En este caso, serán los 51.000 residentes de Rivas-Vaciamadrid los que puedan dar cuenta de las destrezas de Carlos Hugo y Ana María, quienes podrían seguir practicando sus circuitos de obstáculos entre las montañas de arena y las grúas que llenan las calles del municipio. Definitivamente, están en su campo.

¿Y de qué sirve ser un 'duro'?

Lo que no quieren Carlos Hugo y Ana María es quedar como unos matoncetes del cuerpo policial. Porque, además, no pueden.

Sus estaturas medias, cuerpos livianos y semblante festivo dejan claro que su "dureza" es sólo una forma exagerada en su labor profesional, importada directamente de la resistencia que sí que tienen en las pistas de atletismo.

"Que no sirva para intimidar ni nada de eso, sino como un estilo nuestro que sirve de complemento para el trabajo que hacemos", dice Carlos Hugo.

"Es cierto que es útil para los momentos cuando salta una alarma y hay que tirar una puerta, o cuando hay un grupo trapicheando y salen corriendo al vernos", agrega Ana María. Aunque admite que el trabajo de policía en Madrid es menos físico de lo que se cree, pero apuntó que sí genera confianza saber que se tiene la capacidad para exigir al cuerpo.

Además, los atletas ven como una tendencia en los cuerpos policiales la preparación física, en parte respaldada porque cada vez son más jóvenes. "Es feo cuando oímos a gente decir que los policías no somos aptos para ciertas tareas, sólo por dos o tres que están un poco pasados. La mayoría de nosotros somos unos duros", señaló.

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