Vida de vikingos

El niño tendrá unos 12 años, va descalzo y viste ropa de un tejido tan basto que sólo verlo produce escozor. Se dirige hacia un grupo de chozas cargando dos cubos de agua. Estamos en el Lejre Experimental Center, un museo al aire libre en las afueras de Roskilde, Dinamarca, y el niño no es un empleado del parque disfrazado de aldeano de la edad del hierro, sino el hijo de una pareja de profesores.

Las personas que dan vida a los diferentes entornos de este parque son apasionados de la arqueología y estudiosos que apuestan por unas vacaciones diferentes transformándose durante unas jorna...

El niño tendrá unos 12 años, va descalzo y viste ropa de un tejido tan basto que sólo verlo produce escozor. Se dirige hacia un grupo de chozas cargando dos cubos de agua. Estamos en el Lejre Experimental Center, un museo al aire libre en las afueras de Roskilde, Dinamarca, y el niño no es un empleado del parque disfrazado de aldeano de la edad del hierro, sino el hijo de una pareja de profesores.

Las personas que dan vida a los diferentes entornos de este parque son apasionados de la arqueología y estudiosos que apuestan por unas vacaciones diferentes transformándose durante unas jornadas en viajeros en el tiempo. Esto implica vivir exactamente como en la época elegida, utilizar la ropa y los utensilios correspondientes. Tan sólo hay pequeñas concesiones por lo que se refiere a los alimentos, aunque para hacerse un bocadillo -por así decirlo- deben empezar por moler el trigo.

Para disfrutar de Lejre no es necesaria tan drástica elección: como simple visitante es posible saborear muchas experiencias (como remar en una canoa tallada en un tronco, tejer fibras naturales, tirar con arco, participar en un festín vikingo o en un ritual prehistórico) que realmente suponen una inmersión gracias a la actitud de los pobladores, totalmente involucrados.

Lo mismo pasa en la aldea vikinga reconstruida al lado de la fortaleza de Fyrkat, uno de los emplazamientos arqueológicos más importantes del país, en las afueras de Hobro. El curtidor de cuero es un investigador de Praga que desde hace tres años durante sus vacaciones se convierte en un antiguo vikingo y convive con las demás familias en la casa comunitaria, donde la parte central era reservada a los humanos y las laterales a los caballos y otros animales, encargados de mantener el calor y avisar de la llegada de extraños. También en este caso la reconstrucción es asombrosa por el rigor histórico y la nula concesión a los dictámenes de la cultura del parque temático. Lo que caracteriza estos museos experimentales es la capacidad de recrear un pasado donde lo que parece irreal es precisamente el visitante con su ropa sintética y sus gags electrónicos.

Por eso no extraña ver turistas incapaces de ocultar el disgusto cuando un leproso (fingido) se les acerca pidiendo una limosna en el Middelaldercentret de Nykøbing, en la isla de Falster. Desgraciadamente se trataba de una enfermedad muy común en la Edad Media, época que revive en este idílico pueblo de artesanos, campesinos, brujas, soldados y monjes, donde cada mediodía enormes catapultas disparan proyectiles grandes como sandías hacia las aguas del fiordo y los fantasmas de las naves enemigas. Finalmente, en Odense, ciudad natal de Hans Christian Andersen, han reconstruido un pueblo de su época, el siglo XIX. Pero es en Århus donde se encuentra el primer experimento de este tipo, Den Gamle By, fundado en 1914. Los 75 edificios y sus interiores, que conforman el pueblo, son todos auténticos; abarcan del siglo XVII al XIX, proceden de diversas partes del país y han sido trasladados piedra a piedra. La visita es también interactiva, y, a pesar de que aquí los ciudadanos son profesionales, resulta fascinante.

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