Editorial:

Incendios en París

Dos incendios en una semana en el centro de París, en los que han fallecido 24 personas, en su mayor parte inmigrantes, han puesto de manifiesto que tras unas fachadas a veces aparentes en lo que fueron antaño buenos barrios se esconden unos alojamientos en un estado lamentable, en los que malviven miles de personas sin recursos. Las imágenes dantescas de niños saltando desde una ventana en la madrugada de ayer para huir del fuego han hecho reaccionar (tardíamente) a las autoridades nacionales y municipales. Pero, como siempre que se trata de asuntos de vivienda, la solución, si es que llega, ...

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Dos incendios en una semana en el centro de París, en los que han fallecido 24 personas, en su mayor parte inmigrantes, han puesto de manifiesto que tras unas fachadas a veces aparentes en lo que fueron antaño buenos barrios se esconden unos alojamientos en un estado lamentable, en los que malviven miles de personas sin recursos. Las imágenes dantescas de niños saltando desde una ventana en la madrugada de ayer para huir del fuego han hecho reaccionar (tardíamente) a las autoridades nacionales y municipales. Pero, como siempre que se trata de asuntos de vivienda, la solución, si es que llega, no será rápida.

A la espera de la investigación oficial, no parece haber señal alguna de que estos incendios hayan sido intencionados, pese a los vientos xenófobos que soplan en Francia. De hecho, una joven se ha responsabilizado de haber producido accidentalmente el fuego. Sin embargo, resulta desafortunado que el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, a la vez que anunciaba el cierre de estos edificios semirruinosos, declarara que "una vez que se acepta a toda esta gente, a la que desgraciadamente no se puede ofrecer ni empleo ni alojamiento, se acaba con catástrofes como ésta".

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Dado el creciente paro en Francia, muchos de estos inmigrantes no tienen recursos para pagarse un alojamiento decente, y se ven obligados a malvivir hacinados en casas viejas, no reformadas, con escaleras interiores de madera en pésimo estado e instalaciones eléctricas peligrosamente obsoletas. En abril pasado, 24 personas murieron cuando se incendió un hotel en terribles condiciones en el que habían encontrado alojamiento algunos de estos sin techo.

La crisis del alojamiento en París no es sólo de precio, sino también de carencia de oferta. Más de 100.000 familias, muchas de ellas inmigrantes, pidieron alojamientos sociales el año pasado en la región de París, pero las autoridades municipales sólo pudieron satisfacer las demandas de 15.000. Se espera que el primer ministro Villepin anuncie mañana la creación de otras 30.000 viviendas sociales suplementarias en la región de París. Era hora, pero no bastará. Se requiere también un plan de renovación de los inmuebles en mal estado en el centro de la ciudad si se quiere evitar que se repita este tipo de catástrofes.

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