El móvil y el autobús
El pasado día 14, tomé en el intercambiador de Moncloa un autobús con destino a El Escorial por Galapagar. Serían las diez de la mañana. Nada más tomar la carretera de La Coruña el conductor se puso a hablar por el móvil. Yo le veía por el espejo mantener una larga conversación. Cuando terminó, me levanté para decirle que no volviera a hablar por el móvil conduciendo. Me dijo que era una llamada urgente y le repetí que entonces parase el autobús y hablara. Cuando regresé al asiento, había movido el espejo y ya no podía verle pero la sensación de inseguridad, de estar en manos de alguien que no...
El pasado día 14, tomé en el intercambiador de Moncloa un autobús con destino a El Escorial por Galapagar. Serían las diez de la mañana. Nada más tomar la carretera de La Coruña el conductor se puso a hablar por el móvil. Yo le veía por el espejo mantener una larga conversación. Cuando terminó, me levanté para decirle que no volviera a hablar por el móvil conduciendo. Me dijo que era una llamada urgente y le repetí que entonces parase el autobús y hablara. Cuando regresé al asiento, había movido el espejo y ya no podía verle pero la sensación de inseguridad, de estar en manos de alguien que no es consciente del peligro a que nos expone, me acompañó todo el viaje.