Crítica:JAZZ

Niño prodigio

Lástima de sonido perruno -un mal sonido en un concierto es tan malo para la sensibilidad musical como el alcohol de garrafa lo es para el hígado-, porque lo cierto es que este niño prodigio es capaz de ofrecer conciertos que enganchan tanto a seguidores del jazz como del pop.

Ataviado con pantalones de camuflaje y sudadera con capucha, Cullum no da para nada la imagen de clásico cantante de jazz. Es más, dando cabriolas por encima del piano, a veces parece el irritante hijo de la estrella a quien nadie llama la atención por razones obvias. Sin embargo, Jamie es quien domina el cotarro ...

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Lástima de sonido perruno -un mal sonido en un concierto es tan malo para la sensibilidad musical como el alcohol de garrafa lo es para el hígado-, porque lo cierto es que este niño prodigio es capaz de ofrecer conciertos que enganchan tanto a seguidores del jazz como del pop.

Ataviado con pantalones de camuflaje y sudadera con capucha, Cullum no da para nada la imagen de clásico cantante de jazz. Es más, dando cabriolas por encima del piano, a veces parece el irritante hijo de la estrella a quien nadie llama la atención por razones obvias. Sin embargo, Jamie es quien domina el cotarro y quien dirige al trío de experimentados músicos que lo acompañan. Incluso invitó a su hermano mayor, Ben, a salir a cantar un tema con él.

Jamie Cullum

Sala La Riviera. Madrid, jueves 14 de julio.

La actuación se vio un tanto deslucida por la escasez de volumen, que hacía que nunca llegaran a sonar los cuatro instrumentos que había sobre el escenario. En cuanto a la joven estrella, supo combinar en su repertorio los temas propios, aún bastante ceñidos al esquema del jazz clásico, con las versiones -I get a kick out of you, What a difference a day made o, incluso, la inesperada High & Dry, de Radiohead- en una suerte de espectáculo en el que su personalidad traviesa añade puntos de imprevisibilidad a un concierto en el que ni el orden de las canciones está prefijado de antemano. Excelente pianista y vocalista en conexión ultraterrena con Frank Sinatra, Jamie Cullum toca jazz, a pesar de su extraordinaria juventud, como si un viejo le hubiese poseído, ya que su modo de interpretar parece decir que el artista ha acumulado ya suficientes vivencias como para llenar de contenido su música. Cosa que a los veintipocos años resulta a todas luces imposible.

Precoz triunfador, habrá que ver si su desarrollo como artista le lleva a insertarse en la línea de los intérpretes clásicos del jazz o si, por el contrario, se impone su capacidad de hacer evolucionar una música que necesita de sangre fresca para hacer revivir su interés entre el gran público.

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