Cartas al director

Silencio en Londres

Hace unos minutos las calles de Londres se paralizaban y, bajo el sol que luce hoy en la ciudad, con un silencio profundo nos uniamos todos en el recuerdo de las víctimas del horror. Los edificios se vaciaron, la gente que normalmente corre contra el tiempo paró su paso y llenó las aceras, desapareció el ruido de los motores de coches y autobuses e incluso aquellos que paseaban con aire despistado se unieron en dos minutos de total sobrecogimiento. Durante los días siguientes al atentado la ciudad entera parecia haber vuelto a la normalidad de un modo quizas sorprendente. Tanto es así, que par...

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Hace unos minutos las calles de Londres se paralizaban y, bajo el sol que luce hoy en la ciudad, con un silencio profundo nos uniamos todos en el recuerdo de las víctimas del horror. Los edificios se vaciaron, la gente que normalmente corre contra el tiempo paró su paso y llenó las aceras, desapareció el ruido de los motores de coches y autobuses e incluso aquellos que paseaban con aire despistado se unieron en dos minutos de total sobrecogimiento. Durante los días siguientes al atentado la ciudad entera parecia haber vuelto a la normalidad de un modo quizas sorprendente. Tanto es así, que parecía que los londinenses se habían hecho ya un poco inmunes al dolor y la tragedia. Hoy he comprendido que no era así cuando he visto las lágrimas correr por las caras con la mirada hundida en el asfalto. El dolor esta ahí y Londres sólo intenta no darse por vencido.

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