Crónica:GOLF | Open Británico

Olazábal se inspira junto a Woods

El Tigre lidera la primera jornada, mientras el vasco, tras un gran recorrido, se sitúa a dos golpes

A Tiger Woods se le daba muy bien el viejo Saint Andrews. Tanto, que decidieron alargarlo, adaptarlo a estos tiempos modernos de jugadores de enormes brazos, interminable envergadura, y violentos latigazos; jugadores que son capaces de mandar la bola a más de 300 metros con el driver. Jugadores como Woods. Pegadores. Le han ganado metros al mar y han afilado los bunkeres, pero al Tigre se le sigue dando bien el lomo ondulado del Old course. Ayer hizo seis golpes bajo el par. En 2000, cuando ganó sin mover un milímetro su gorra publicitaria, sin entrar en una sola trampa de...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A Tiger Woods se le daba muy bien el viejo Saint Andrews. Tanto, que decidieron alargarlo, adaptarlo a estos tiempos modernos de jugadores de enormes brazos, interminable envergadura, y violentos latigazos; jugadores que son capaces de mandar la bola a más de 300 metros con el driver. Jugadores como Woods. Pegadores. Le han ganado metros al mar y han afilado los bunkeres, pero al Tigre se le sigue dando bien el lomo ondulado del Old course. Ayer hizo seis golpes bajo el par. En 2000, cuando ganó sin mover un milímetro su gorra publicitaria, sin entrar en una sola trampa de arena en los cuatro días, debutó con siete bajo el par. El nuevo Saint Andrews le ha robado un golpe. Sólo uno.

Más información

"Me siento como si estuviese jugando muy bien", dijo el estadounidense con una curiosa pirueta verbal. "Me gusta este campo". Lo único que parece haber variado en cinco años es que "ahora sopla el viento por la izquierda, desde el mar, y entonces soplaba del interior". "He venido para ganar, ¿si no, para qué venir?", lanzó el guante el estadounidense. El gran favorito, según los analistas y las casas de apuestas, había hecho siete bajo par en los primeros 12 hoyos. Después hizo un bogey en el 16. "He caído tres veces en esos últimos hoyos en el bunker", describió.

El que no se caracteriza precisamente por la potencia de sus golpes es José María Olazábal. El español jugó junto a Tiger Woods. Y le fue bastante bien. Hizo cuatro bajo par. Olazábal está en Saint Andrews por una carambola. Era el primer reserva. Falló Severiano Ballesteros, que renunció, e invitaron al guipuzcoano. "Le gustará verme aquí", zanjó el asunto el golfista vasco. A Olazábal, aunque no es buen pegador, le gusta jugar con "los buenos". Woods, sin duda, entra en esa categoría. Olazábal se "motiva" con compañeros del nivel del estadounidense. El jugador sólo cayó en un bunker en todo el recorrido. La naturaleza estratégica, casi de batalla naval que tienen los links, campos casi naturales pegados al mar, en los que se celebra el Open Británico favorece el juego preciso del guipuzcoano, su manejo casi artesanal con los hierros. El resultado de Olazábal, bajo el prisma objetivo de los números, le sitúa en primera fila de la clasificación general. Pero lo cierto es que comparte esa misma posición con una larga lista de jugadores. "Los greenes del Open son distintos al resto, hay que darle a la bola de manera diferente, tienes que ser más agresivo", dijo el jugador para mostrar sus dificultades de adaptación a algunos aspectos del campo y, sobre todo, para justificar su "pesimismo".

Entre esos jugadores que acabaron con -4 no figuró el castellonense Sergio García, que sometió a los chicos del marcador a una tensión constante por los cambios permanentes en sus números. García sufrió a lo largo del recorrido lo que los más graciosos del lugar denominan el verano escocés. Cuando comenzó, sobre las dos de la tarde, hacía viento y las nubes cubrían el sol, pero no llovía. Un par de horas después los rayos solares traspasaban las nubes, pero soplaba el aire. Desde el hoyo 12, directamente diluviaba y, desde ese hoyo, hizo tres bogeys. "Me ha perjudicado la lluvia mucho, porque ha cambiado la velocidad de los greenes, comentó el español. Un cursillo de climatología para enmarcar una actuación irregular del Niño, que pasó de ir cercando a Woods, con -5, a ir perdiendo posiciones hasta concluir con -2. Mezcló momentos brillantes con otros menos lucidos.

Uno de los que concluyó con -4, en el pelotón perseguidor del Tigre, fue el surafricano Retief Goosen. "No estoy pegándole tan bien como me gustaría", comentó un autocrítico Goosen. De Goosen muchos esperaban que fuese a estas alturas el mejor jugador del mundo. Pero se estancó tras formar junto a Ernie Els una de las parejas juveniles más brillantes de la historia. La gente movía la cabeza, cuando Goosen, con 32 años, en 2001, aún no había ganado nada. Pero entonces, tan sorprendentemente como había desaparecido, regresó: ganó el Open de Estados Unidos ese año y el de 2004. Dos grandes en cuatro años. Un buen botín en tiempos de Woods. Goosen advierte: "Conozco todo de este campo, conozco los trucos, conozco los greenes perfectamente. El resto del autobús perseguidor, lo completan Donald, Lonard, Verplank, Riley, Ramsay, Schuster e Immelman. Jiménez, concluyó con 69 (-3) e Ignacio Garrido con 71 (-1).

1. Tiger Woods (EEUU), 66. 2. Hensby (Australia), 67. 3. Couples (EEUU), Donald (ING), Goosen (Suráfrica), Immelman (Suráfrica), Lonard (Australia), Olazábal (ESP), Ramsay (Escocia), Riley (EEUU), Schuster (ALE) y Verplank (EEUU), 68. (...) 18. Singh (Fidyi), Jiménez (ESP), 69. 24. García (ESP), 70 (...) Els (Suráfrica), 74.

Tiger Woods y José María Olazábal, durante su recorrido conjunto de ayer.ASSOCIATED PRESS

Archivado En