Tribuna:DESDE MI SILLÓN | TOUR 2005

El torturador

Y es que te dan ganas de apagar el televisor, salir corriendo por la puerta de casa y sentarte a escuchar los pájaros respirando lentamente. ¡Esto sí que es vida, así que ellos que se maten si es lo que quieren! Es que me atacan los nervios cuando veo el sprint en la pantalla. Un leve hormigueo me atrapa a unos 10 kilómetros de meta y va subiendo de intensidad conforme se acercan al final. Y cuando sobrepasan el triángulo rojo indicador del último kilómetro, el hormigueo se transforma en una especie de temblor incontrolable que llega a su climax cuando uno de los implicados termina por ...

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Y es que te dan ganas de apagar el televisor, salir corriendo por la puerta de casa y sentarte a escuchar los pájaros respirando lentamente. ¡Esto sí que es vida, así que ellos que se maten si es lo que quieren! Es que me atacan los nervios cuando veo el sprint en la pantalla. Un leve hormigueo me atrapa a unos 10 kilómetros de meta y va subiendo de intensidad conforme se acercan al final. Y cuando sobrepasan el triángulo rojo indicador del último kilómetro, el hormigueo se transforma en una especie de temblor incontrolable que llega a su climax cuando uno de los implicados termina por alzar los brazos. Y esto es aún peor cuando los sprints son como los de estos días, preciosos y espectaculares para ver, pero anárquicos y peligrosos para correrlos. Y lo curioso es que esto no me ocurre cuando soy yo uno de los que están metidos en el ajo. Cuando estás allí, más que nervios sientes excitación. Tienes todos los sentidos despiertos y al acecho. Necesitas reaccionar al instante, mostrarte agresivo, no ceder en la lucha y perseverar, seguir dejando tu alma en cada pedalada porque sabes que en un momento todo esto habrá terminado. Y lo curioso es que pese al estrés que sufres, es una sensación placentera, de esas que echas de menos cuando hace tiempo que no la has sentido.

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Poco después y ya más calmado, me recreo en la búsqueda de detalles en la repetición. ¡Qué fuerza tan descomunal la de Boonen! Un mar de galerna, una tormenta de granizo, un volcán en erupción. Fuerzas de la naturaleza inconmensurables para el hombre. Eso es Tom Boonen. Quizá Petacchi, el italiano, sea el más rápido, pero torturando los pedales, no hay sin duda otro tan fuerte como Tom. Quizá su estilo no sea el más ortodoxo, pero es eficaz de eso no hay duda, que es de lo que se trata.

Boonen tiene un estilo plástico, transparente (de esos que transmiten al espectador el esfuerzo) que contrasta fuertemente con ese molinillo acelerado e inverosímil del que siempre hace gala Armstrong. Todos los sprinters tienen un límite que se lo impone su propio cuerpo. Tom no. Bueno sí, pero él tiene además otro límite añadido, el que impone la resistencia del material. Su bicicleta, todo un reto para los ingenieros. Lo sé porque es lo que piensan sus mecánicos cuando montan las piezas de su bicicleta: lo siento pero os ha tocado a vosotras -piensan mirándolas-, a alguna le tenía que tocar. Y digo yo que su bicicleta tendrá un pensamiento obsesivo: ¡Qué duro es el camino de la gloria!

Pedro Horrillo es ciclista del equipo Rabobank.

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