VISTO / OÍDO

Pobreza y elecciones

Los últimos datos electorales de todo el grupo balcánico y del oriente árabe indican lo mismo que los resultados generales en Europa: inestabilidad. Quienes van a gobernar lo hacen con mayorías muy pequeñas, excepto en Irán, donde la nueva fuerza de los conservadores obedece más a una situación internacional en la que Occidente -Estados Unidos- aparece cada día más desafiante, y donde la reacción a este voto ha sido negativa, tras condenarlo Bush: el carácter de desafío lo muestra el presidente elegido al anunciar la continuidad de sus trabajos atómicos. Las elecciones indecisas de Europa pare...

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Los últimos datos electorales de todo el grupo balcánico y del oriente árabe indican lo mismo que los resultados generales en Europa: inestabilidad. Quienes van a gobernar lo hacen con mayorías muy pequeñas, excepto en Irán, donde la nueva fuerza de los conservadores obedece más a una situación internacional en la que Occidente -Estados Unidos- aparece cada día más desafiante, y donde la reacción a este voto ha sido negativa, tras condenarlo Bush: el carácter de desafío lo muestra el presidente elegido al anunciar la continuidad de sus trabajos atómicos. Las elecciones indecisas de Europa parecen más bien un fruto de la desaparición de las ideologías que comenzó en los últimos años del siglo XX. Las materias en las que se fija el ciudadano en los países más o menos desarrollados son, aparte del voto de clase social, cada uno en un extremo del abanico económico, de orden general: las formas de enfrentarse a las guerras, el susto de las pérdidas de la ética, la agudeza del conservadurismo en exagerar sus prohibiciones y, desde luego, la palabra libertad, que no acaba de definirse: entre otras cosas, porque no se puede considerar como cuestión de más o menos, pero jamás con un sistema de derechos: los que se declararon a partir de la Revolución Francesa, de la independencia de Estados Unidos y de la fundación de la ONU, bastante coincidentes entre sí, no se cumplen.

Cuando Lenin estaba pronunciando su famosa frase "Libertad ¿para qué?", que tanto daño le hizo en Occidente, estaba queriendo significar que sin alimentos, medicinas y abrigo la libertad no tiene sentido. Es algo que repiten hoy mucho los eslavos del Sur, liberados de sus regímenes comunistas, de sus uniones nacionales y de sus dependencias de la URSS, como Yugoslavia o Albania, ven que la libertad no llega. En Bulgaria, donde una de estas elecciones ha sacado del Gobierno al viejo rey Simeón y ha puesto a los socialistas, lo que se está saldando es un nivel de vida que no llega al 30% de lo que es en la Europa occidental; otros países de la zona están incluso peor.

Lo que esgrimimos como un objetivo mundial, la lucha contra la pobreza, sería una aproximación relativa a la libertad, pero no parece que vayamos a salir de informes, reuniones, cifras, envíos de alimentos a las zonas devastadas, y de algunas guerras más. La pobreza del mundo árabe se ha agudizado desde la guerra de Afganistán y de Irak; y esas causas van a durar años.

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