Cathy Claret aplica por primera vez electrónica a su flamenco

La compositora francesa actúa hoy en el Pocket Club de Barcelona

A la chita callando ya lleva cinco discos editados. Cinco discos en los que susurra flamenco entreverado con bossa y canción francesa. Es Cathy Claret, "francesita en España, españolita en Francia", dice esta cantante de edad indefinida, aspecto juvenil, voz suave y porte de dulce heroína de cuento, que acaba de sacar un nuevo disco en el que incorpora la electrónica al flamenco. Esta noche actuará en el ciclo del Pocket Club (22.30 horas) que tiene lugar en el Hotel OMM (Rosellón 265)

Adoptada en su niñez por la familia Amador, colaboradora de Kiko Veneno y Pascal Comelade y fla...

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A la chita callando ya lleva cinco discos editados. Cinco discos en los que susurra flamenco entreverado con bossa y canción francesa. Es Cathy Claret, "francesita en España, españolita en Francia", dice esta cantante de edad indefinida, aspecto juvenil, voz suave y porte de dulce heroína de cuento, que acaba de sacar un nuevo disco en el que incorpora la electrónica al flamenco. Esta noche actuará en el ciclo del Pocket Club (22.30 horas) que tiene lugar en el Hotel OMM (Rosellón 265)

Adoptada en su niñez por la familia Amador, colaboradora de Kiko Veneno y Pascal Comelade y flamenquilla avant la letre, Cathy Claret es compositora de canciones que como Bolloré popularizó Raimundo Amador. Su último trabajo se llama Sambisarane, que en caló significa "somos diferentes".

Es el primero de sus discos en el que su flamenco resulta alcanzado por la electrónica, y es así "porque gracias a la electrónica el flamenco puede llegar a otros públicos". No es ortodoxa, le va la rumba de los gitanos franceses y quería introducir cambios en su "flamenco salvaje de cajón, guitarra y voz". Entonces se le apareció Henrik Takkenberg, antiguo componente de Chambao, como caído del cielo. Cathy Claret lo recuerda así: "Un día me llamó, me dijo que estaba maravillado con mi música y mis letras y me propuso darle la vuelta a mis canciones envolviéndolas con electrónica".

Era un reto para Claret, acostumbrada a unas producciones de mesa camilla, austeras y pensadas para cantar al oído. También tenía sus reparos, "ya que se podía hacer un producto para turistas", explica. Para conjurar miedos y precauciones decidió probar antes qué pasaba. "Di carta blanca a Henrik, quien me envió una prueba sobre la canción Le, le, le, le", explica. "Me gustó y entonces le otorgué absoluta libertad para trabajar mis temas". Tras un año de trabajo, el resultado está en la calle desde hace pocas semanas.

Cathy Claret lo tenía claro: "no quería un disco de remixes". "Buscaba un disco en el que mis canciones tuviesen otro aire", indica. Por eso, escuchado Sambisarane, asegura que está "completamente satisfecha, porque la personalidad de los temas no se ha perdido". La gran ventaja que ve Cathy Claret en estas adaptaciones es la apertura a otros públicos. "Me permiten salir de mi ámbito habitual, de mi público más natural", afirma. También le ve un pequeño problema, "y es que se pierde la frescura de mi flamenco salvaje y austero". Para recuperar esta personalidad, la compositora ya está pensando en un próximo disco "más experimental, más crudo y más salvaje", según explica.

En Sambisarane ha incorporado tres nuevas canciones, únicas en las que se ha tenido que grabar instrumentación y voces. "Las demás", recuerda Cathy, "forman parte de mis dos últimos discos, porque no hay manera de recuperar los temas de los primeros álbumes que grabé en Francia". Allí no la comprendieron, y en España "es donde curiosamente hay más reticencia al flamenco". Y acaba a modo de despedida: "A ver si con el tratamiento de Sambisarane se subsana esta incongruencia".

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