Con encanto

Cervantes pudo alojarse en el otoño de 1569 en el palacio de los duques de Villahermosa en Pedrola. Con semejante excusa se ha abierto la posibilidad de visitar el palacio y se ha organizado una serie de conciertos los sábados en el patio, que se prolongarán hasta mediados de septiembre. El primero de ellos ha sido magnífico. El programa, con canciones y tonos en la España del Quijote, desprendió en todo momento vitalidad. Las diferencias sobre El villano o los glosados sobre Canarios permitieron el lucimiento de un conjunto formado por flautas, corneta, bajó...

Cervantes pudo alojarse en el otoño de 1569 en el palacio de los duques de Villahermosa en Pedrola. Con semejante excusa se ha abierto la posibilidad de visitar el palacio y se ha organizado una serie de conciertos los sábados en el patio, que se prolongarán hasta mediados de septiembre. El primero de ellos ha sido magnífico. El programa, con canciones y tonos en la España del Quijote, desprendió en todo momento vitalidad. Las diferencias sobre El villano o los glosados sobre Canarios permitieron el lucimiento de un conjunto formado por flautas, corneta, bajón, órgano, guitarra y percusión. David Mayoral hizo un bellísimo solo acompañándose de un cántaro elaborado por un alfarero aragonés. Juan Carlos de Mulder condujo el grupo con alegría. Marta Almajano cantó gustándose. Construyó la melodía desde la claridad de la dicción y se adornó con una contención admirable.

Desde las torres del alma, del aragonés Juan Blas de Castro, con texto de Lope de Vega; Un sarao de la chacona, de Juan Arañes, o Dos estrellas le siguen, del Cancionero de la Sablonara, tuvieron lecturas de acusada personalidad, estando además aderezadas con un gran encanto estilístico.